Un infectado de ébola ha sembrado el pánico en las calles de Liberia al escaparse de un hospital y acudir a un mercado a coger comida.
El hombre, armado con un palo ha recorrido los puestos de un mercado de Monrovia buscando algo que comer. La gente, asustada se apartaba de él al ver que llevaba una pulsera identificativa que les ponen a todos los enfermos de ébola que se encuentran asislados en cuarentena en el hospital. Pero este hombre rompió su aislamiento en busca de alimentos.
No es un delincuente. Pero ha sembrado el pánico a su alrededor. Decenas de curiosos ven cómo un grupo de sanitarios, ayudados por la policía, intentan llevarle de vuelta al hospital.
Acorralado, tratan de convencerle en vano. Se niega a volver con ellos. Ni siquiera la súplica del personal de una ONG le hace cambiar de opinión. Los sanitarios finalmente deciden usar la fuerza. El enfermo se resiste a entrar en el carro que lo llevará al hospital y en el forcejeo, es rociado con desinfectante. Todos celebran que se lo lleven.
La gravedad del brote en Liberia, el país con más contagios, convierte a cada enfermo en un peligro público. De los más de mil trescientos infectados, 700 han muerto. Para frenar las críticas, el gobierno ha prometido construir nuevos hospitales.
Desde la Plaza/Reuters/AMH