Si no era suficiente con cuidar la alimentación para no ganar unos kilos de más, un grupo de investigadores sueco acaba de revelar que el ruido se suma a los factores de riesgo de obesidad.
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En un estudio observacional, que ha sido publicado en la edición digital de «Occupational & Environmental Medicine», este grupo de investigadores realizó un seguimiento durante años a una gran muestra de población para comprobar qué efecto tiene el ruido sobre la grasa de la tripa.
La principal conclusión no pudo ser más rotunda, el ruido del tráfico por carretera está vinculado a un mayor riesgo de grasa en el abdomen. Este ruido, sumado al ferroviario y al de los aviones, supone un mayor riesgo de tener «michelines», también conocidos como obesidad central, que se cree es uno de los tipos más dañinos de deposición de grasa en todo el cuerpo.
Los resultados de este estudio, en el que participaron 5 mil 75 personas que viven en cinco áreas en los alrededores de Estocolmo, Suecia, expuestas al ruido del tráfico por carretera, ferroviario y de los aviones desde 1999, arrojaron que había una asociación entre el ruido del tráfico por carretera y el tamaño de la cintura, con un incremento de 0,21 cm por cada aumento adicional de 5 decibelios en la exposición al ruido.
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En esta investigación se apreció además que a cuantas más fuentes de contaminación acústica se expusiera una persona al mismo tiempo, mayor parecía ser su riesgo de obesidad abdominal.
No obstante, se trata de un estudio observacional, del que no se pueden extraer conclusiones definitivas. Pero lo que sí parece claro es que la exposición al ruido puede ser un factor de estrés , que ayuda a la producción de la hormona cortisol, cuyos altos niveles se cree que tienen un papel en la deposición de la grasa alrededor de la parte media del cuerpo.
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