Luego de un largo día de trabajo, llegas a casa con la intención de descansar y recargar fuerzas para un nuevo día. Te acuestas a dormir y un súbito dolor en la pierna te despierta a mitad de la noche, por lo que pierdes los próximos 10 minutos de sueño esperando a que desaparezca. ¿Te ha pasado? Los calambres nocturnos pueden ser muy comunes en nuestro diario vivir. Sin embargo, existen formas de disminuir estas dolorosas interrupciones.
De forma simple, el calambre puede describirse como una contracción repentina, como si te estuvieran halando un músculo, según el quiropráctico, Jorge C. Jarrot. Este fenómeno que ocurre usualmente en los músculos grandes de la pierna como las pantorrillas, es una reacción que el cuerpo recibe del exterior y de nuestras prácticas diarias.
Las causas son variadas: esfuerzo excesivo de los músculos, personas que están constantemente parados en superficies duras, el sedentarismo o no tomar suficiente agua. De igual forma, enfermedades como la diabetes, el Parkinson, la hipoglucemia, los trastornos hormonales y los desbalances químicos pueden propiciar la contracción muscular.
Algunos medicamentos como los que se usan generalmente para controlar la presión arterial y el colesterol también se asocian con un aumento en los calambres nocturnos, así como las deformidades en los tobillos y tener el pie plano.
Sin embargo, si no tienes ninguna de las condiciones anteriores, es posible que te haga falta calcio, pues aunque el yacimiento principal de este mineral está en los huesos, Jarrot explica que es en los músculos donde está más accesible. Es por eso que cuando el cuerpo necesita calcio, ocurre la contracción muscular, mayormente en personas adultas.
Pero, ¿por qué en la noche? El experto explica que al descansar, el cuerpo se está «reparando», cuando no consigue el calcio suficiente, ahí envía un aviso. «Una persona ya después de los 30 que necesita calcio y tuvo un día muy activo, el cuerpo le enviará una señal a través de un calambre. El cuerpo va a pedir calcio. Al este no llegar rápido, el cuerpo recurre al calcio que hay en los músculos. Es ahí cuando se produce el calambre.
Tomar un suplemento de calcio varias horas antes de dormir podría eliminar grandemente las probabilidades de un calambre. No obstante, Jarrot advierte que hay que saber escoger. «No todos los calcios son solubles en el sistema. Los calcios más comunes no son necesariamente los mejores calcios disponibles. Si es una persona joven o persona mayor hay que darle un buen calcio para que se pueda absorber».
Para Jarrot es importante que la persona conozca su historial médico, además de una evaluación quiropráctica y del sistema muscular para descartar cualquier condición que esté causando los calambres. Si las contracciones son muy recurrentes, las personas podrían optar por tratamientos como la terapia láser, hidromasaje o la terapia magnética. No obstante, Jarrot recalca que «lo importante es suplementar adecuadamente con calcio de buena calidad».
Actividad física y alimentación
Por su parte, la nutricionista licenciada e instructora profesional de «fitness», Roxanna Tosca, explica que la falta o exceso de actividad física, además de una deficiencia en la alimentación pueden promover los calambres nocturnos.
Aquellas personas que realizan mucho ejercicio físico donde pierden electrolitos como sodio, potasio, magnesio y calcio también pueden sufrir de calambres nocturnos. Es por eso que conjunto a los suplementos vitamínicos, se recomienda una dieta balanceada que complemente la rutina diaria de cada persona.
Al igual que el calcio, una deficiencia en potasio usualmente se asocia con contracciones musculares recurrentes. Alimentos como la papa, melón, cambur, moras, carnes y pescados pueden ayudar a aumentar los niveles de potasio en el cuerpo. Los vegetales verdes, las sardinas, los jugos fortificados y la leche son fuentes de calcio.
Del mismo modo, el magnesio, asociado con debilidad y calambres musculares, puede encontrarse en la espinaca, el yogur, almendras y aguacates.
DesdeLaPlaza.com/El Nuevo Día/AMB