El planeta se encuentra bajo una amenaza como nunca antes vista, ya que las implicaciones globales hasta el momento son incalculables. Un virus desconocido y recientemente identificado como SARS-CoV2 (COVID-19) con impresionante capacidades de transmisión y propagación, obligó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) a declararla como Emergencia de Importancia Internacional en Salud Pública en enero y posteriormente como pandemia en marzo de 2020.
Esta epidemia ha logrado cambiar todos los esquemas a nivel planetario, paralizando la economía, aislando países, suspendiendo eventos de todo tipo y saturando las comunicaciones con un solo tema: el nuevo coronavirus. Pero también ha servido para identificar y reconocer por los todos habitantes del planeta, la importancia de los sistemas sanitarios públicos, así como otros métodos y formas tradicionales de atención que sirvan de complemento y soporte en salud para la población, a través de la implementación de la Medicina Tradicional y las terapias complementarias.
La OMS define estas dos ramas de la medicina de manera clara, especificando que la medicina tradicional es “el conjunto de conocimientos, aptitudes y prácticas basados en teorías, creencias y experiencias indígenas de las diferentes culturas, sean o no explicables, usados para el mantenimiento de la salud, así como para la prevención, el diagnóstico, la mejora o el tratamiento de enfermedades físicas o mentales”, mientras que la medicina complementaria/alternativa se refiere al “conjunto amplio de prácticas de atención de salud que no forman parte de la propia tradición del país y no están integradas en el sistema sanitario principal”. Dichos conocimientos se vienen utilizando desde hace miles de años y sus practicantes han contribuido enormemente a la salud humana, en particular como los primeros proveedores de atención primaria de salud al nivel de la comunidad.
Pese a los avances en la medicina moderna, hay enfermedades para las que la ciencia no encuentra respuesta. Algunas personas acuden a tratamientos alternativos, ya sea por esta ausencia de respuestas o porque simplemente confían más en la tradicional.
La situación actual con el COVID-19 no escapa a esto, por ello la complementariedad y el diálogo de saberes entre la medicina alopática y la integración armoniosa de lo espiritual, lo material, lo natural y lo sobrenatural, se hace necesaria. Esta conjunción permite determinar que la salud no sea solamente lo que una persona sienta como bienestar físico y emocional, sino que además es parte del equilibrio entre el ser humano, la familia, la sociedad y su relación con la naturaleza. Todo esto demuestra la necesaria incorporación de todas estas prácticas.
Hace poco se conoció que la OMS ha aprobado la investigación, a través de la aplicación de un ensayo clínico en fase III, con el fin de llevar a cabo un protocolo de tratamiento con medicina herbal para curar la COVID-19 en el continente africano. Esta incluye estatutos, términos de referencia, así como supervisión de datos y de la seguridad del estudio.
De igual manera hemos visto que en países con tradición en la aplicación de la medicina natural o ancestral, se han abocado a ella para la atención de la población con el reconocimiento de las autoridades sanitarias establecidas, utilizando dichas prácticas en función de la emergencia en sus respectivos países producidas por la pandemia.
Un ejemplo de ello es Bolivia, en cuya práctica han sido recomendadas por las autoridades tradicionales el uso de plantas medicinales como el eucalipto, la manzanilla, la wira wira, el molle y el kea kea, para el tratamiento complementario en pacientes con síntomas leves y moderados. Dichas plantas están reconocidas por sus propiedades en el tratamiento de enfermedades respiratorias, además de ser usadas como antisépticos naturales y antiinflamatorios.
Así también el Gobierno de la India, a través de su Ministerio de AYUSH, publicó el pasado 4 de junio las Pautas de Manejo del COVID-19 para los profesionales practicantes registrados del Ayurveda. Asimismo, la República Popular China ha colocado a disposición de los pueblos del mundo el conocimiento de su medicina tradicional para la atención y soporte complementario de pacientes con la enfermedad.
Otro importante ejemplo es el de la República hermana de Cuba con tratamientos homeopáticos, de producción nacional, aplicados de forma profiláctica a poblaciones de alto riesgo como personal sanitario y adultos mayores en hogares de abrigo, con el fin de fortalecer y estimular el sistema inmunitario.
Y Venezuela no podía desaprovechar esta oportunidad para desarrollar de igual manera un protocolo naturista para el tratamiento de síntomas y efectos del COVID-19. El protocolo, que ha sido construido a partir de las experiencias y recomendaciones de versados especialistas en esta materia, a través de la conformación de un Comité Terapéutico de Terapias Alternativas, ha resultado en un documento publicado a través del portal web del Ministerio con competencia en la materia con el título de: «Recomendaciones del Comité de Medicina Tradicional y Terapias Complementarias, en el marco de la COVID-19» y el mismo presenta un Esquema Profiláctico y Terapéutico de Medicinas Naturales y Terapias Complementarias considerando la realidad de la población venezolana y su contexto.
Aún nuestro país tiene un camino largo por recorrer, no solo para desarrollar un marco legal más amplio para el reconocimiento y la práctica de la medicina tradicional, sino también con el fin de que se aproveche su contribución potencial a la salud y bienestar en la población. Se hace necesaria la promoción de su utilización segura, eficaz y accesible a todos, así como el fomento de la investigación y la incorporación de productos, profesionales y prácticas en el Sistemas Público Nacional de Salud.
Adicionalmente se trata de asumirlas como tareas pendientes y que forman parte de las pautas establecidas por la OMS, como estrategia para los estados miembros en la incorporación de la medicina tradicional. A la presente fecha, no hay ningún medicamento o terapia tradicional que haya demostrado prevenir o curar la enfermedad COVID-19. Sin embargo estas recomendaciones son de gran ayuda para que las personas puedan beneficiarse del potencial de la medicina tradicional y terapias complementarias y enfrentar la pandemia en curso.
DesdeLaPlaza.com/María Gabriela Miquiraleno