Los y las bebés no amamantados (as) son en la mayoría de los casos, alimentados con fórmulas infantiles. El consumo de estas sustancias conlleva riesgos importantes para la salud y la vida del bebé. A la fecha hay suficiente información científica sobre los efectos dañinos del consumo de fórmula infantil, los cuales se producen no sólo en la infancia sino también en la edad adulta.
La frecuencia e intensidad de las enfermedades que sufren los niños y las niñas durante sus primeros años de vida, ocasionadas por el consumo de fórmulas infantiles, reducen significativamente su calidad de vida.
Los fabricantes de fórmulas lácteas ocultan descaradamente esta información. Para ellos, la alimentación infantil es un negocio muy lucrativo, por ello ponen en práctica millonarias campañas publicitarias para evitar que información sensible sobre los terribles efectos a corto y largo plazo del consumo de leche de vaca químicamente procesada salga a la luz pública.
La mayoría de las madres que ofrecen fórmulas lácteas a sus bebés lo hacen confiando en que estos productos son de buena calidad y no conllevan riesgos a la salud. La industria que fabrica las fórmulas lácteas les hace creer, a través de la publicidad, que las fórmulas infantiles proporcionan nutrición y protección inmunológica.