Los destrozos y daños del huracán Katrina, que azotó las costas del sur de Estados Unidos en el 2005, siguen vigente, pero no nos referimos solamente a los muertos, heridos y refugiados de la otrora hermosa ciudad de Nueva Orleans.
Durante el desastre natural, uno de los edificios mas afectados fue el acuario principal, en el que habitaban grandes y diversas cantidades de animales marítimos, la mayoría de ellos fueron tragados por el golfo de mexico; algunos, quizás, volvieron a su medio ambiente, pero hubo una especie en particular que es de vital importancia para los países caribeños, en especial, Venezuela.
El Pez Leon, (Pterois volitans, P. miles), es un representante de la familia Scorpaenidae, característico de las aguas de los océanos Índico y Pacífico. Muy llamativo por sus vistosos colores corporales y lo ornamentado de sus aletas. Muchos de estos ejemplares migraron, desde las entonces golpeadas costas de Louisiana, hasta el Mar Caribe, región donde no presentan depredadores naturales (a parte del hombre), lo que promueve su reproducción desmedida y afectan el equilibrio natural de la zona.
A consecuencia de ello, se ha convertido en una plaga, ya que representa una seria amenaza para la fauna local de peces e invertebrados sobre de los cuales se alimenta y un riesgo para el equilibrio de los ecosistemas marinos de la región.
Por otra parte, la naturaleza tóxica de la sustancia que puede ser inoculada por medio del contacto con las espinas de sus aletas dorsal, pectoral y pélvicas hace que sea una especie de cuidado y consideración desde el punto de vista de salud pública, debido a lo doloroso de las lesiones que puede causar al bañista desprevenido o a quien manipule al pez de forma indebida.
Numerosas iniciativas se han venido desarrollando a lo largo de los diferentes países de la región donde se ha venido reportando su presencia, muchas de las cuales buscan mantener bajo control las poblaciones de esta especie. Pensar en la erradicación total luce poco probable.
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