Un grupo de investigadores de Canadá ha encontrado una bacteria resistente a nuestros más potentes antibióticos –lo que se conoce como “superbacterias”, o bacterias multirresistentes–, en unos calamares congelados de una tienda de alimentación china en Saskatoon, al sur del país, que según su propietario provenían de Corea del Sur.
Hasta ahora, tal como ha explicado Álvaro Pascual Hernández, catedrático de microbiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Sevilla, no era extraño encontrar bacterias multirresistentes en la comida cruda, pero nunca se había encontrado una resistente a los Carbapenem, el tipo de antibióticos más potentes, que constituyen hasta el momento la última resistencia con la que contamos para combatir a las bacterias más peligrosas.
La mayoría de estas «superbacterias» habían aparecido hasta ahora en centros sanitarios, donde la presión de los medicamentos es muy grande, y habían sido transmitidas a la población por pacientes de los centros. El último de estos brotes, en 2011, mató a siete personas en EEUU.
Pero el descubrimiento de la bacteria en una tienda de alimentación, tras un control rutinario, se ha hecho público en un informe del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos. Y ha encendido todas las alarmas.
Según ha explicado al Washington Post el autor del informe, Joseph Rubin, profesor de microbiología en la Universidad de Saskatchewa y miembro del equipo de investigadores que identificaron la bacteria, el descubrimiento de una “superbacteria” de este tipo en la comida implica que “el riesgo de exposición del público va más allá de los viajeros y la gente que ha sido hospitalizada. Significa que un segmento mucho más amplio de la población está en riesgo. Es algo que puedes traer a tu casa”.
Una bacteria común con una mutación muy peligrosa
La bacteria encontrada en los calamares es un organismo muy común, Pseudomonas fluorescens, presente en el suelo y el agua, y no es peligrosa. De hecho, al cocinar los calamares habría muerto. Pero el organismo podría haber infectado a cualquier persona gracias a la contaminación cruzada, muy habitual si no tomamos las debidas precauciones al cocinar y olvidamos lavarnos las manos o limpiar la tabla de cortar; o si se hubieran consumido los calamares crudos, algo que no es tan raro.
La Pseudomonas fluorescens no puede hacer ningún daño a una persona sana, pero está presente en nuestra flora intestinal, por lo que puede transmitir sus “superpoderes” a la microbiota
Tal como explica Pascual, el hallazgo no es una amenaza directa de salud, pero sí la constatación de que «tenemos un problema muy serio de resistencia a los antibióticos«. El problema no es la bacteria en sí, que no es patógena, sino la enzima o gen que la hace resistente a nuestros más poderosos medicamentos, los Carbapenem, que constituyen la última línea de defensa contra los microbios.
La Pseudomonas fluorescens no puede hacernos ningún daño, pero está presente en nuestra flora intestinal, por lo que puede transmitir sus “superpoderes” al resto de la microbiota y, eventualmente, a una bacteria patógena. Mientras estuviéramos sanos no ocurriría nada, pero en cualquier momento podríamos enfermar y descubrir que no funciona con nosotros ningún antibiótico.
Rubin y sus colegas se encontraron la bacteria después de comprar seis muestras de comida en la tienda de Saskatoon: dos paquetes de calamares, dos paquetes de ancas de rana y dos paquetes de pepinos de mar. Sólo un calamar estaba infectado, pero es imposible saber si la bacteria llegó a él de su ambiente natural o en cualquier punto de la cadena alimentaria.
Hasta ahora las autoridades estadounidenses y canadienses habían limitado sus controles alimenticios a productos más consumidos como el pollo, la ternera o el cerdo, pero se han encontrado la sorpresa al extender los exámenes a otros productos más minoritarios, normalmente importados.
Desde la Plaza/El Confidencial/ AMH