Casi todos los alimentos han sido considerados en algún lugar y en alguna época como afrodisíacos. Así como los clásicos, ostras y champaña, la lista incluye repollo, espinaca, todo tipo de carne, todo lo picante y todo lo que tenga una forma que se parezca vagamente a algún órgano sexual.
Los investigadores de QI encontraron que cualquier cosa a la que se le ponga la etiqueta de «afrodisíaco» parece producir un resultado positivo, en otras palabras, no parece haber casi ningún alimento al que alguien no le haya asignado un efecto afrodisíaco.
La excepción de la regla son los que supuestamente son antiafrodisíacos: alimentos que te quitan las ganas de tener relaciones sexuales.
Un ejemplo es la raíz de azucena o lirio, algo que los monjes y monjas de la Edad Media comían para asegurarse de mantener sus votos de castidad.
Una flor seductora cuyas raíces que supuestamente te disuaden de satisfacer tus deseos. La lechuga era uno de los ingredientes más preciados para hacer pociones de amor en la antigüedad. Los egipcios la usaban como una droga para la fertilidad y afrodisíaco, quizás por su forma larga y sugestiva, o la calidad sexual de su savia blanca y lechosa. Era un tipo de lechuga silvestre, una prima más picante que las variedades modernas.
No hay que olvidar a la manzana, quizás el afrodisíaco por excelencia, al ser la fruta del pecado original. Es difícil saber cuáles de tantos supuestos afrodisíacos tiene efecto o no, debido al fuerte efecto placebo, pero una revisión de estudios realizada en 2011 indicó que es posible que algunas especies, como el ginseng y el azafrán, tengan algún efecto.
No hay evidencia de que el chocolate, la champaña o las ostras produzcan excitación sexual, más allá de que la sientas al comer por sugestión o, en el caso de la champaña, porque puede actuar como desinhibidor.
Energizantes rápidos
El antiguo doctor romano Galeno creía que cualquier alimento que produjera flatulencia era un afrodisíaco. Fue una creencia que perduró hasta el siglo XVIII. En la época isabelina -siglo XVI al XVII-, las ciruelas cocidas eran tan preciadas como afrodisíacos que las servían gratis en los prostíbulos.
En el siglo I, San Jerónimo le prohibió a las monjas comer frijoles debido a la creencia generalizada de que estos «excitaban los genitales» de las mujeres. Jugo de rana -que se hace triturando ranas- solía ser un afrodisíaco tradicional peruano.
En la antigüedad, los griegos usaban zanahorias como afrodisíaco.
Papas poderosas
Cuando las papas llegaron a Europa desde América adquirieron la reputación de ser la cura para todos los males, desde diarrea hasta tuberculosis.
Y, supuestamente, también eran un poderoso afrodisíaco.
La reputación erótica del humilde tubérculo ganó peso cuando se observó que tras convertirse en uno de los cultivos principales en Irlanda, la población creció rápidamente.
Nadie hizo una pausa para reflexionar en el hecho de que más bien lo que había sucedido es que había menos niños muriéndose de hambre, lo que daba la impresión de que el índice de nacimientos había aumentado.
DesdeLaPlaza.com/BBC Mundo/AMB