28 de julio, celebración del Día Mundial de la Hepatitis, otra de esas fechas internacionales que recoge el calendario que tiene poco que celebrar: Más de 400 millones de personas sufren hepatitis viral, la mayoría sin saberlo, y 1,4 millones de personas mueren en todo el mundo por hepatitis B y C según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La OMS instauró este día en 2011 con el objetivo de sensibilizar sobre la hepatitis y cuatro años después es posible la eliminación de la enfermedad por la vacuna de la B (que presenta una eficacia del 95% en su prevención) y por el nacimiento de nuevos medicamentos con porcentajes de efectividad que rondan el 90% en el caso de la C. Aunque el acceso a ellos varía en función de cada país y, como siempre en lo concerniente al tema farmacéutico, de su coste.
La hepatitis es la enfermedad silenciosa, es asintomática y los afectados pueden tardar años en ser diagnosticados; de hecho, esta situación de desconocimiento la sufren las dos terceras partes de los 240 millones de afectados por la hepatitis B. La falta y retraso del diagnóstico conllevan que los tratamientos no se apliquen en los momentos en los que son más efectivos, con su consiguiente riesgo de desarrollo de cirrosis o cáncer de hígado, de ahí la importancia de una rápida detección. De no atajarla a tiempo la única solución puede ser un trasplante de hígado, algo impensable en las regiones más afectadas como Asia central y África.
A continuación te dejamos todas las características de cada uno de los virus:
La hepatitis de la A a la E
1.- Hepatitis A y E. Se curan espontáneamente y se transmiten por alimentos y aguas contaminadas. Para evitar la transmisión hay que adoptar medidas higiénicas ya que, aunque existe vacuna «muy eficaz» frente al virus A, no la hay para el E. No obstante, no hay tratamiento específico para la hepatitis A, pero sí para la E, la cual consigue «bien» a la ribavirina.
2.- Hepatitis B. Se transmite por vía sexual, parenteral (transfusiones, drogadicción o acupuntura) y vertical (de madre a hijo). Para evitar su transmisión es preciso utilizar barreras de protección sexual y no tener contacto con sangre. Existen dos tipos: aguda, la cual se cura espontáneamente en el 90 por ciento de los casos, y crónica, que puede evolucionar a cirrosis hepática y cáncer de hígado.
Existen diversos fármacos antivirales para el tratamiento de la hepatitis B como, por ejemplo, el interferón pegilado y análogos de nucleósidos. Además, se están investigando nuevos tratamientos con inhibidores de polimerasas o microRNAs, que en las fases «muy preliminares» están obtenido resultados «prometedores».
3.- Hepatitis C. Se transmite también fundamentalmente por vía parenteral y vertical, y actualmente no existe una vacuna para prevenir su transmisión. Asimismo, existen también dos tipos: la hepatitis C aguda, que se cura espontáneamente en el 30 por ciento de los casos, y la crónica que puede evolucionar a cirrosis hepática y cáncer de hígado.
Existen nuevos fármacos para tratar este virus que inhiben las 3 proteínas fundamentales para la multiplicación del virus C: NS5A, NS5B, NS3/4. Estos medicamentos van dirigidos a dos de las tres proteínas y su eficacia en los ensayos clínicos es del 90 por ciento o más en los pacientes tratados.
4.- Hepatitis D o delta. Sólo puede infectar a personas que tienen hepatitis B, por lo que su forma de transmisión, prevención y pronóstico es idéntica. Solamente se puede tratar con interferón pegilado administrado durante 1 año o más con resultados limitados (20% de respuesta).
DesdeLaPlaza.com/Agencias/AMB