Un metal repele de tal forma el agua que las gotas salen disparadas nada más tocarlo. El truco está en unos patrones microscópicos dibujados en su superficie con ayuda del láser, que generan esta propiedad excepcional, denominada superhidrofobia.
El equipo de investigadores de la Universidad de Rochester (EE UU) que lo ha logrado crea, usando pulsos de láser, un modelo complejo de nanoestructuras para dar a los metales estas nuevas propiedades. La ventaja principal de esta técnica es que, al cincelarse en el propio metal, esta superhidrofobia no se borra o deteriora con facilidad, como cuando se consigue con tratamientos químicos.
Esta técnica tiene múltiples aplicaciones útiles: al repeler el agua, podría evitar la congelación de superficies, como las alas de los aviones. Su uso ayudaría a mantener la limpieza de sanitarios en lugares con escasez de agua, por ejemplo, una de las razones por las que esta investigación ha contado con el apoyo de la Fundación Gates, o para conseguir agua de lluvia con más eficiencia en países en desarrollo.
Desde la Plaza/El País/AMH