Es muy habitual escuchar y decir expresiones del tipo «me voy a dar una vuelta a la manzana» o «tengo que ir a tal sitio que está a dos manzanas de aquí» . Lo primero que tenemos que tener en cuenta, para saber cuál es el origen etimológico de la manzana a la que nos referimos: en este caso, la palabra manzana nada tiene que ver con la fruta, ni relación alguna con el hecho de que a Nueva York se la conozca como la «Gran Manzana», ambas son cosas totalmente distintas.
El término “manzana”, para definir a una isla urbana o un grupo de bloques de pisos/casas rodeados por cuatro calles, proviene de la palabra “mansana”, la cual fue popularizada por Ildelfonso Cerdá a mediados del siglo XIX.
Este importante urbanista (creador del plan que lleva su apellido y que transformó la estructura urbanística del dentro de la ciudad de Barcelona, en Cataluña, España), utilizó el término “mansana” inspirándose en la idea del “manso feudal”, que se refería a la agrupación de porciones de tierra cedidas por el “señor feudal” a las que rodeaban las casas de los siervos que las trabajaban.
Cuando Cerdá diseñó la que iba a ser la nueva disposición del entramado de bloques y calles del ensanche barcelonés se inspiró en el modelo medieval del manso, adaptándolo al concepto de mansana. La popularización del término acabó castellanizándose en manzana (o manzana urbana), tal y como lo conocemos y usamos hoy en día.
Desde La Plaza/ 20 minutos/ AG