En un matrimonio cada uno cumple su rol, cada quien tiene unas potencialidades diferentes y se complementan, a veces no es tan evidente, pero definitivamente las uniones que funcionan son las que hacen balance, las que no compiten entre sí, en el mundo de la gastronomía debería ser igual en la relación que debe haber entre cocinero y nutricionista.
El nutricionista sabe equilibrar nutrientes pero el cocinero sabe equilibrar sabores, por lo que una comida perfecta puede ser aquella en la que existe un balance entre lo que se usa para cocinar y lo que se hace para que sepa bien.
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Generalmente la comida más sabrosa es la menos sana y viceversa, aquellos sabores más atractivos incluyen una buena cantidad de grasas, condimentos químicos o ingredientes muy refinados que terminan siendo dañinos a la salud, y la misión del cocinero es hacer que la comida sea atractiva, entonces termina enfrascado en ingredientes y técnicas como las frituras, o los que contienen harina de trigo, altos contenidos de azúcar, sal o similares y así nos han atrapado el paladar, con ingredientes dañinos pero innegablemente ricos al gusto.
Entonces a lo que un nutricionista interviene, la comida pasa al otro extremo, donde es muy sano comer pero poco atractivo, lo que me hace llegar a la conclusión que hay un matrimonio aún por consumar, el de la nutrición con la cocina en una profesión a nivel universitario que incluya ambos conocimientos, con el fin de generar a un profesional de la cocina con verdaderos conocimientos acerca de los alimentos y sus efectos en el cuerpo humano y la salud, o a un nutricionista que tenga la destreza suficiente para asumir la cocina con conocimiento en la práctica y no solo a nivel teórico, lo que le dificulta la comprensión de los sistemas de trabajo en una cocina profesional a la hora de aplicar dichos conocimientos.
Propongo que en las escuelas de nutrición las prácticas en cocina sean una buena porción del tiempo de estudio, para que de alguna manera el nutricionista entienda el mundo de la cocina, y comprenda que no solo se trata de saber cómo funciona el cuerpo humano en referencia a lo que come, sino que determine y comprenda qué es lo que se debe hacer para que esos alimentos sean procesados con un criterio más amplio de creatividad, pasión y entrega y lo que es una profesión tan dura como la del cocinero.
Un nutricionista integral puede llegar a ser un excelente cocinero profesional y un cocinero integral puede llegar a ser un nutricionista profesional, la suma de ambos conocimientos podrían aportar mucho al desarrollo de la soberanía alimentaria en nuestro país.
Pero más aún, puedo llegar a decir que la profesión de cocinero tiene que ir más allá de un cursito de cocina, tiene que llegar a ser una licenciatura, donde los conocimientos en nutrición, producción de alimentos, tecnologías culinarias y desarrollo de culturas gastronómicas adaptadas al potencial productivo de nuestro país sean la base para nuestra soberanía alimentaria.
Propongo que algún día los cocineros en Venezuela seamos vistos como profesionales verdaderos, se nos ofrezca la oportunidad de cursar estudios que sean contabilizados por el aporte al desarrollo del país y que seamos vistos al mismo nivel que un licenciado en cualquier carrera universitaria, dejando de ser un cliché de televisión o una profesión para el que no encontró más nada que hacer en la vida y le toco ser cocinero.
DesdeLaPlaza.com /Rómulo Hidalgo