Entre grandes esfuerzos por reivindicar la cultura popular, un hombre de casi 63 años que decidió ser niño para siempre. Hablamos de Nicolás Agüero, mejor conocido como “Nicolasito, el papagayero”. Su vida ha transcurrido en un intenso recorrido por la cultura popular venezolana, aprendiendo y siendo maestro de las cosas más sencillas. En DesdeLaPlaza.com conversamos con el papagayero con más horas de vuelo en todo el mundo.
Nicolás Agüero nació en Caracas, parroquia San Juan, el 22 de septiembre de 1952. Tiene 4 hermanos (en total son 3 varones y dos hembras) y dice que es de los últimos caraqueños de la vieja escuela, ya que fue producto de uno de los últimos partos en la antigua sede la Maternidad Concepción Palacios.
“Soy un niño, así lo asumo. Me ha traído puro bien. Yo tengo hijos y desde hace cinco años me he dedicado a trabajar con niños y mis lógicas de vida son las de un niño. Eso me ha evitado rollos fastidiosos que tienen los adultos. Lo mío es un carrito, un trompo, un papagayo”, confianza sonriente.
Nicolás, quien forma parte del Frente de Creadores Militantes y la Mesa de Paulo Freire de la Universidad Simón Rodríguez, reivindica la pobreza como estado de vida que le permitió desarrollar sus habilidades como juguetero.
“Fuimos tan pobres, tan pobres, que con cualquier cosa que nos regalaba la gente hacíamos algo. Un palo, una tabla, un pedazo de plástico, de ahí sale un juguete”, confieza este hombre que ve oro donde otros ven basura.
Nicolás recuerda a su abuelo como un poeta, como un soñador, es un hombre que influyó mucho en su obra de vida. “Mi abuelo era famoso, era un poeta. Se llamaba Ramón Agüero y por el tengo la espinita de cultor pues. Él hizo un cuento muy famoso, El Caballo de los Cisneros, se llama el cuento. El me hacia los juguetes, estuvo en el Ateneo de San Felipe”, recuerda.
A su vida la música llegó antes que la pasión por la fabricación de juguetes. “Yo de niño escuchaba la Sonora Matanzera, mucha salsa, también rancheras, lo que se escuchaba en los barrios pues. Estudié en la Escuela Superior de Música José Ángel Lamas y de ahí me fui a la Escuela de Bandas del Ejército. Yo por mi cuenta hacia mis instrumentos, tambores de fulía, y lo que llaman la mina, se hace con los troncos de aguacate”.
Con la ilusión de aportar cosas nuevas, Nicolás se fue a la Escuela de Bandas del Ejército. Llevaba en su mente un himno a José Félix Ribas e iba seguro que al proponer tan hermosa pieza, sería recibido con agradecimientos, o por lo menos con simpatía. Pero fue todo lo contrario. La institución militar era eminentemente elitista, y no se podían permitir que un pata en el suelo viniera con tan hermoso himno. “De vaina no fui preso”, recuerda ahora sonriente y reivindicado por cientos de personas que le reconocen sus grandes esfuerzos por la cultura popular.
Volvemos a los papagayos
“Los hermanos míos volaban mucho papagayo, antes en los barrios de Caracas eso era un deporte. Como papagayero he viajado a México, Colombia, Cuba y Panamá, dando talleres y en Venezuela ni hablar, he recorrido todo el país. En Coro hice el papagayo más grande, allá en el Cabo San Román con los pescadores”.
Miles y miles
Ante la interrogante de cuantos papagayos ha realizado, expresó que es algo imposible de decir. «Miles y miles, imagínate, 50 años haciendo papagayos. En una ocasión allá en Cuba, una revista me nombró *el papagayero con más horas de vuelo”.
¿De qué vives?
De lo que vive todo el mundo. Del aire, del oxigeno, como tú y como todos. Vivo de las ternuras y las arrecheras
Zobeyda y Alí
¿Cómo conociste a Zobeida la muñequera?
La amistad con mi madre Zobeida inició en un acto con Alí (Primera), allá en Barquisimeto previo al encuentro de los Poderes Creadores del Pueblo. En pleno peo de Nicaragua, recuerdo que estaba también Nora Castañeda. Estábamos recogiendo fondos para los camaradas de Nicaragua, ahí conocí a Zobeida.
Zobeida, madre y mentora
Inevitable preguntar quién fue para el Zobeida, a lo que sin dudar puntualizo: Te lo voy a decir así, cuando ella muere, yo quedé huérfano nuevamente, yo le debo mucho. Era mi madre, mi mentora, mi maestra. Una mujer increíble, para mi Zobe era como una maga. Era tan bella esa mujer que donó su casa, en el estado Portuguesa, y hoy es La Casa de las Muñecas, en Píritu, estado Portuguesa.
El que hable de cultura popular y no nombre a Zobeida es como el que hable de la canción sin nombrar a Alí.
Relación pequeña, que dejó una gran familia
Yo poco tuve relación con Alí, mi relación era musical. Yo iba a sus ensayos, compartíamos un poco y yo estaba muy chamo, “epa panita, hola carajito”, hasta ahí. Yo soy familia de Alí Agüero, quien le hacia los arreglos a Alí.
Ahora yo voy por la tercera generación de Alí. Tuve una pequeña relación con Alí, sus hijos son mis hijos y sus nietos también. Yo voy a Paraguaná y esos carajitos se me guindan en el pantalón, como familia. En Paraguaná tengo una casa, la casa de Alí pues.
DesdeLaPlaza.com / Gabriel Ramírez