Miles de personas han acudido a San Luis, en Misuri, para asistir al funeral de Michael Brown, el joven afroamericano que murió tiroteado por un policía tras una discusión cuyo contenido aún se desconoce, reavivando con ello el debate sobre el racismo en Estados Unidos.
El Friendly Temple Missionary, la iglesia baptista donde se celebra el funeral de Brown y que tiene una capacidad para 2.500 personas, se ha visto sobrepasada, por lo que cientos de personas se congregan en sus alrededores.
El cadáver de Brown yace en un ataud cerrado sobre el que la familia ha colocado la gorra de los Cardenales de San Luis, su equipo de béisbol favorito, la misma que llevaba cuando murió. Alrededor han colocado varias coronas de flores y fotografías suyas. «No hay un adiós, siempre estarás en nuestros corazones», se puede leer en una de ellas.
Aunque se trata de un funeral, la gente que está fuera del templo religioso espera el inicio de la ceremonia cantando y bailando. ‘We shall overcome’, el himno por excelencia de la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos.
«No puedes cambiar el comportamiento de una persona de la noche a la mañana, pero puedes ayudar. Espero que hoy se pueda ver a un montón de gente reunida de una forma solemne para mostrar su respeto a alguien», ha dicho Hilliard Phillips, un cartero que trabajaba en la calle en la que Brown fue tiroteado.
El pasado domingo, el padre de Brown ya hizo un llamamiento a la calma, después de semanas de disturbios callejeros en Saint Louis en el marco de las protestas por la muerte de su hijo. «Todo lo que quiero mañana es paz mientras velamos sus restos mortales», ha dicho.
Está previsto que la ceremonia comience con un sermón del reverendo Charles Ewing en nombre de la familia Brown, al que seguirá otro del reverendo Al Sharpton, que abordará el suceso desde una «perspectiva nacional».
También se espera la presencia del activista por los derechos civiles Jesse Jackson, también reverendo, así como de tres asesores presidenciales de la Casa Blanca.