Este misterio nace en 1978. Y más de 30 años después continúa casi sin resolverse. Cuando la nave Pioneer Venus Orbiter captó algo muy raro en la atmósfera de Venus, todos los científicos se preguntaron qué era ese extraño agujero gigante en la ionosfera del segundo planeta más cercano al Sol.
Durante tres décadas se estudió el hallazgo, hasta que Glyn Collinson, experto del Centro Goddard de Vuelos Espaciales de la NASA, logró resucitar de nuevo el misterio y, quizás, aportar dos posibles teorías.
Este científico indagó en la base de datos de la Agencia Espacial Europea (ESA) y logró detectar que la nave Venus Express, lanzada en 2006, ya había recogido esos mismos agujeros gigantes en la atmósfera venusiana. Collison comparó ambos descubrimientos hasta determinar que estos fenómenos no solo se daban durante las potentes tormentas del Sol, sino también con mínima actividad solar.
El planeta Venus cuenta con una atmósfera muy espesa debido al dióxido de carbono y la presión es tan alta que cualquier nave espacial se trituraría en pocas horas, según explican los expertos de la NASA.
Sin embargo, Venus sobrevive a las continuas embestidas de las tormentas solares, fenómenos que recorren su atmósfera y hacen que el planeta se vea rodeado por dos líneas magnéticas en forma de larga cola, como las de los cometas.
Quizás ahí esté el origen de los misteriosos agujeros en la ionosfera venusiana, según las dos teorías que maneja el equipo de investigación de Collison.
Desde la Plaza/Ciencia Explora/AMH