La biografía es un género literario que tiene que ver mucho con la investigación Es una forma muy apasionante, y buscada por los lectores, de acercarse y conocer en la intimidad a los grandes personajes de la historia. Pero como le hecho creativo se apropia de las formas, de los fondos y de las etiquetas, la biografía puede transformarse y aparecer refrescada con menos rigurosidad y más poesía.
Heberto Gamero Contín, escritor venezolano y tallerista de cuentos, experimentó con este género desde su propio espacio. Una serie de 60 fotografías sobre grandes escritores de la historia le da forma a su libro Minibiografías ilegales sobre escritores malditos, en el que podemos sumergirnos desde sus experiencias personales, como la ocasión en la que habló telefónicamente con Mario Benedetti, hasta reinterpretaciones de momentos específicos de las historias de James Joyce, Marcel Proust, Ernest Hemingway o Juan Rulfo, entre tantos otros.
¿Por qué Heberto se aventuró en este proyecto? Sin duda que por su pasión lectora. Y aunque no esté claro que haya estado entre sus planes, su pasión lectora es capaz de encender otras pasiones de otros lectores potenciales que, incitados por sus breves crónicas, se pudieran ver motivados a seguir buscando para conocer más. Podría, entonces, mirarse estas Minibiografías ilegales de escritores malditos como una especie de abreboca de lo que será un gran festín literario.
Dos tomos le siguen al de los escritores. Heberto repitió la fórmula para los pintores y los músicos. Pero eso va para otra reseña. Por lo pronto, el autor nos explica el por qué usó esa palabra tan envuelta en tabúes: maldito.
“Como muchos, pienso que es una frase negativa, que desestima, producto por lo general de infortunadas situaciones que, por motivos desconocidos, afectan a unos más que a otros. (…) Como si ese fuera el precio que tuvieron que pagar por el talento que Dios les concedió: Hemingway se suicidó, al igual que Quiroga, Zweig, Mishima y otros. (…) El término maldito entonces se hizo común para referirse a cualquier poeta, escritor en general, músico o pintor que por alguna razón llevase una vida rebelde, bohemia, distinta a las de sus contemporáneos y con un temor visceral al monstruo del fracaso. Comunes denominadores reflejados en muchos de los artistas que conforman este libro, para los cuales hubiese deseado, de corazón, vidas más sosegadas y gratificantes”.
Por su parte, Oscar Marcano, encargado de las palabras de apertura de este libro, dice: “A Gamero no lo mueve la tentativa enciclopédica. Está muy lejos del arqueo, del inventario, del censo. Este libro constituye el repaso sí de un conglomerado de nombres: sesenta, para ser exactos. Seis decenas de nombres que le han resonado en su vagavagar por las letras. A Heberto Gamero lo anima la miel amable del cuento. El laborioso juego de construir imágenes, brindándonos el encanto de no saber dónde termina la base real y dónde comienza la ficción”.
Entonces, que esta resulte desde lo lúdico, desde ese espíritu jovial y amable de su autor, una oportunidad para jugar con los clásicos de literatura y conocerlos de cerca, enamorarnos de ellos más allá de sus obras que tanto nos han marcado. Como de Jorge Luis Borges, por ejemplo, de quien Gamero nos cuenta parte de su rutina para el café de la tarde desde la desprotección de la ceguera y la vejez.
DesdeLaPlaza.com/Gipsy Gastello
@GipsyGastello