China está paralizada este fin de semana: se celebra el temible «gaokao», el duro examen de selección al que este año se presentan 9,39 millones de estudiantes. Las autoridades han cortado el tráfico en múltiples ciudades del país, han desplegado un dispositivo antiterrorista en Pekín e incluso han prohibido los tradicionales bailes vespertinos de ancianos en las calles, con el fin de asegurar que nada interfiera en los exámenes.
Las pruebas se celebran entre, viernes, sábado y hoy, que es el último día, a nivel nacional y contarán con 270.000 alumnos mas que el año pasado. Tres de cada cuatro tendrá un puesto en la Universidad. «Es una competencia feroz. Los niños llevan estudiando más de diez años de forma muy dura para estos dos días. Es la oportunidad para poder cambiar tu destino», subraya una profesora de inglés de un colegio de Pekín, procedente de una provincia del norte, Heliongjiang, y quien recuerda el examen como una de las épocas más «duras» de su vida.
La nota que se saque en el «gaokao» -cuya traducción literaria es «examen supremo»- será la que marque el futuro del alumno: si éste va a la universidad o directamente a buscar trabajo, y más importante, si cabe, en qué universidad podrá entrar. «A pesar de que ahora hay muchas plazas, la universidad que te toque sigue siendo decisiva. No es lo mismo estudiar en Pekín o Shanghái que en cualquier otra. Y eso aún es difícil de conseguir», señala Xiaolan, una joven de 29 años que trabaja como administrativa en la capital después de que su nota le diera la posibilidad de dejar su provincia, Fujian, en busca de una vida mejor en Pekín.
Las autoridades se toman muy en serio la importancia de este examen, y por ello, cada año, cortan carreteras para que los estudiantes puedan llegar a sus institutos sin ningún problema o, incluso, escoltan a quienes tienen algún despiste y se quedan dormidos el día del importante examen. «Los gobiernos locales deben estar preparados para responder ante cualquier emergencia para asegurar que los exámenes se celebren sin dificultades en caso de atascos o posibles desastres naturales», señalaba este jueves el Ministerio de Educación. Este año han ido más allá. Por primera vez en los 30 años de historia del «gaokao», en Pekín -donde se examinan 70.000 alumnos- las puertas de los institutos están blindadas con equipos antiterroristas y los documentos de los exámenes serán entregados al centro por coches blindados.
El centenar de centros de Pekín donde hoy se inicia la prueba está acordonado en un radio de 500 metros por policía y se restringe el acceso de personas y vehículos, pero se facilita la entrada a los taxis, dado que 1.700 se han ofrecido como «voluntarios» para llevar gratis a los alumnos, según indica el diario «China Daily». A pesar de este masivo despliegue, la seguridad no es lo único que preocupa a las autoridades. También el ruido, como el de las obras, que han sido paralizadas -un extremo que sólo ocurre en casos muy puntuales en China, ya que la construcción trabaja de noche y en fines de semana- o el de los jubilados cuando practican sus tradicionales bailes vespertinos en la calle.
Mientras, los sufridores padres buscan maneras de calmar el estrés o los nervios de sus hijos, al reservar una habitación en un hotel cercano al centro del examen para que puedan echar una siesta en los descansos o atrayendo la buena suerte con la quema de incienso frente a institutos y en templos. Toda esta movilización, y sobre todo, la presión a la que son sometidos los jóvenes, ha vuelto a motivar el debate en la sociedad china, que pide al Gobierno soluciones frente a la tasa de suicidios de alumnos que se produce cada año: unos 79 en 2013, según el informe anual del Ministerio de Educación chino, publicado este mayo.
Desde la Plaza/ANT3/ AMH
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