Estaba supuesta a ser una misión más, de esas que las naves espaciales de carga tipo Progreso han estado cumpliendo para el programa espacial ruso sin que nadie les preste mucha atención desde 1978.
Pero poco después de su despegue, este martes, la comunicación con la nave no tripulada que llevaba víveres hacia la Estación Espacial Internacional se interrumpió sin que hasta el momento pudiera restablecerse.
La nave llevaba unas tres toneladas de carga, incluyendo agua, oxígeno y alimentos, rumbo a la Estación Espacial Internacional.
Con un peso de más de siete toneladas, y una posible área de impacto que se extiende desde Berlín, en el norte, hasta las islas Malvinas, en el sur, esto ha hecho que ahora sean muchos los interesados en el viaje final de la Progreso M27-M.
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Aunque el astronauta canadiense Chris Hatfield, un antiguo residente de la Estación Espacial Internacional, aseguró en su cuenta de Twitter que la nave se quemará lentamente en su regreso a la atmósfera.
Y la probabilidad de que, si no se desintegra completamente, usted sea golpeado por uno de sus fragmentos es de aproximadamente 1 en 2,2 billones.
Las naves tipo Progreso han sido parte del programa espacial ruso desde 1978.
Por lo pronto, los técnicos del programa espacial ruso siguen intentando restablecer contacto con la aeronave, que está girando sin control mientras orbita alrededor de la tierra.
Pero si no lo logran antes de que se le agoten las baterías –lo que pasará en cuestión de días– la nave se desplomará hacia la Tierra con todo y las casi tres toneladas de carga por la que esperaban los seis astronautas actualmente en la EEI.
Dicha carga incluye agua, oxígeno y alimentos.
Pero los tripulantes de la estación espacial todavía tienen provisiones para cuatro meses y ya están previstas otras misiones de reavituallamiento.
Lo que significa que, con algo de suerte, la única consecuencia del fallo será la pérdida de la Progreso.
DesdeLaPlaza.com/BBC/AMH