Si existe un lugar donde las diversidades se encuentran, ese lugar es la Feria Internacional del Libro de Venezuela. Este año, en su 11ª edición, como ya es costumbre en los espacios abiertos del Teatro Teresa Carreño, Universidad Nacional Experimental de las Artes (Unearte) y Plaza de Los Museos; la fiesta más grande de la palabra escrita reúne a miles de personas distintas entre sí, provenientes de territorios disímiles, con intereses diferentes, pero con una misma pasión: el hábito de la lectura.
A los cuatro días de su apertura, Filven ya había reportado 80 mil visitas. Resulta curioso observar en silencio cuáles son los intereses de esa gran masa de personas, jóvenes y adultos, que hurgan curiosamente entre los más de 200 stands que se van desplegando a lo largo de los amplios pasillos, que a veces lucen interminables.
Entre los estudiantes, los espacios más concurridos son los de las editoriales de las diferentes universidades. Justo en la Planta Baja de la Unearte se despliega la oferta literaria de la Universidad Bolivariana de Venezuela, la Universidad Central de Venezuela, la Universidad Católica Andrés Bello, la Universidad de Los Andes y la Universidad Experimental Rómulo Gallegos. Sin duda que resulta una buena oportunidad para encontrar en un solo lugar esos libros tan necesarios para el rendimiento académico y la investigación.
“Apenas salí de clases me vine directo para acá”, explicó Ana González, una joven estudiante de bachillerato que planea comenzar el año entrante sus estudios universitarios en la UBV. “Me interesan mucho los temas que tienen que ver con los medios de comunicación, porque mi sueño es ser periodista”, dice con rostro esperanzado. “Aquí he encontrado varios libros que me van a servir cuando comience la carrera”. Aunque algunos libros están fuera de su alcance por los precios, asegura que le sirve de mucho anotar los autores de su interés para buscarlos por internet y conseguir sus textos.
A pesar de ser una Feria organizada por el Gobierno Bolivariano, a través del Ministerio del Poder Popular para la Cultura y el Centro Nacional del Libro, existen incontables variedades de títulos para todos los gustos. “A mí sólo me interesan los stands de las universidades, no vengo a buscar libros sobre política”, dijo Andrés Linares, un señor venido en canas que entró a los espacios cálidos de la Unearte preguntando específicamente por el stand de la UCAB. A la vuelta de la esquina, literalmente, encontró lo que buscaba. Sin embargo, unos cuarenta minutos después ya recorría el resto de los espacios, hurgando curiosamente otro tipo de libros, buscando más allá de la oferta académica. “Quiero aprovechar de una vez para buscar alguna buena novela que pueda leerla en el metro”, dijo con gesto afable mientras un aire cómplice envolvía su mirada.
Entre los miles de visitantes se van colando los verdaderos amantes de la lectura, esos que van recorriendo cada rincón con bolsas repletas de libros. “Sé que cuando comienza la feria voy a comprar un montón de libros, por eso suelo ahorrar desde diciembre para darme gusto. En la Filven se consiguen libros que normalmente son imposibles de encontrar”; dijo Arturo Pérez, un joven de cabello largo y vestimenta colorida que va con al menos cinco bolsas de libros a cuestas. “Me interesan las editoriales que vienen de afuera, sobre todo las de Argentina y España. Incluso, suelo investigar por internet qué libros nuevos hay por ahí y armo mi lista de mercado”, afirmó en medio de una carcajada.
Pero también están quienes no tienen el hábito de la lectura tan presente en sus vidas y, sin embargo, a veces por accidente, asisten a la feria. “Yo estaba saliendo de una reunión de trabajo y vi el gentío entrando y saliendo del Teresa Carreño, así que me asomé para ver qué había. Tremenda sorpresa encontrarme con tantos libros. Ya he comprado varios para mi hija que recién está aprendiendo a leer”, comentó Dayarí Castillo, una joven de cabello negro que junto a un maletín lleno de papeles y una lonchera con su almuerzo, cargaba también unos cuatro libros infantiles comprados en la Plaza de Los Museos. “Pienso volver el sábado con mi hija para traerla al pabellón infantil, me asomé y me pareció bellísimo, será interesante hacer algo diferente este fin de semana”, agregó con algo de prisa mientras se disponía a salir del Teresa Carreño.
Evidentemente, en la Filven los grandes protagonistas son los libros sobre Hugo Chávez, el Che, Fidel Castro y Salvador Allende. El pensamiento de izquierda encuentra su lugar entre tan variada oferta. Sellos editoriales como Hermanos Vadell, Siglo XXI, Txalaparta, Yulca, Ocean Sur y Ediciones Continente figuran entre los más concurridos para ese público que busca una lectura, sobre todo, reflexiva. “En la inauguración de la Feria pude ver por televisión muchos libros interesantes sobre el Comandante Chávez y el pensamiento bolivariano, el mismo viernes me vine y pude encontrar muchos. Cuando los recomendé, ya se habían agotado. Sobre todo los libros que trajeron de Cuba volaron”, contó Carolina Salazar, una maestra que siempre asiste a la Filven porque “parezco un ratón de biblioteca, me fascina leer, sin un libro encima me muero”. Llevaba, además de su confesión lectora, un libro sobre el golpe de Estado contra Allende, una biografía del Che Guevara y el libro sobre Hugo Chávez Mi Primera Vida.
Pero quienes piensan distinto también encuentran en Filven un espacio mágico para festejar el amor por los libros. “A mí me encanta la poesía, sobre todo la latinoamericana, y aquí encontré muchos libros muy baratos”, aseguró Julia Zambrano, quien se identificó como ama de casa. “Aunque suelen decir que en esta feria sólo venden libros para adoctrinar, este ya es mi tercer año consecutivo y siempre me sirve para lo que vengo a buscar”, confesó Julia con un tono de voz muy bajo, como si contara un secreto. “En una librería normal una antología poética de Pablo Neruda puede costar seiscientos y hasta mil bolívares o más, dependiendo de la edición. Pero aquí conseguí una de bolsillo en 120 bolívares. Por eso es que me gusta venir para acá, porque se encuentran libros mucho más baratos que en la calle”, sentenció mientras mostraba su más reciente adquisición poética.
A pesar de los colores, de las opiniones y de las diversidades (o tal vez gracias a toda esa feliz mezcla) la Filven siempre seguirá ocupando el primer lugar como espacio de encuentro alrededor de la palabra. Aunque su propio lema de este año dice “leer al mismo son”, cada quien se adueña de esta feria, uno de los eventos culturales más importantes del año, a su propio ritmo y sin sentencias.
DesdeLaPlaza.com/Gipsy Gastello