Nadie informó del estudio y la exhumación de los restos de Frederic Chopin, pero el pasado 4 de abril, 13 personas reunidas en la Iglesia de la Santa Cruz, en Varsovia, la capital polaca, tomaron muestras del corazón conservado del célebre compositor. Juraron guardar el secreto, aunque de poco les haya servido.
La historia suena a ficción de misterio. Pero es real. En su lecho de muerte en París en 1849, Frederic Chopin susurró un deseo que se volvió leyenda: Quiso que le extrajeran el corazón tras la muerte y que fuera sepultado en Polonia. Quería que el símbolo de su alma descansara en la tierra natal, por la que suspiraba desde que se exilió en Francia. Desde entonces, el cuerpo del compositor descansa en paz en el famoso cementerio Pere Lachaise de la capital francesa. ¿Y su corazón? Soportó una travesía salvaje de intriga y adulación.
El órgano fue exhumado varias veces, la última, recientemente, para asegurarse de que el tejido se mantiene bien preservado. Así, primero fue sellado en un envase con licor que al parecer era coñac. Luego llegó de contrabando a Varsovia pasando por guardias fronterizos rusos. Una vez en su pueblo natal, el corazón de Chopin pasó por las manos de varios familiares antes de ser enclaustrado en un pilar de la Iglesia de la Santa Cruz. Y hay un último ingrediente: Durante la Segunda Guerra Mundial, cayó brevemente en manos de los nazis.
El corazón de Chopin inspira una profunda fascinación en Polonia normalmente reservada para las figuras de santos. Para los polacos, las composiciones nostálgicas de Chopin capturan el espíritu nacional y creen que el destino del corazón está entrelazado con las grandes agonías y triunfos de la nación durante casi dos siglos de ocupación extranjera, guerras y liberación.
Operación secreta
Los expertos en Chopin siempre quisieron realizar pruebas genéticas para determinar si el genio murió a los 39 años por tuberculosis, como se cree, o de alguna otra enfermedad. Sin embargo, nunca habían podido. La iglesia y gobierno polacos, custodios del corazón, se negaron durante años a realizar cualquier prueba. Sobre todo porque un familiar lejano del compositor que aún vive nunca lo aceptó.
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