A medida que las sequías se intensifiquen en todo el mundo, la disputa sobre quién tiene acceso a qué fuentes de agua se irá volviendo cada vez más tensa. Solucionar el problema de abastecimiento del vital líquido para consumo humano y para otros aspectos de la vida diaria representa un reto, pero lo es también prevenirse ante una posible crisis social derivada de esta escasez.
De esta manera, Popular Science realizó un mapa elaborado a partir de datos del Centro Mundial de Datos de Agua Corriente (GRDC, por sus siglas en inglés), en Alemania, que abarca más de 2 mil instancias independientes de reclamaciones conflictivas de agua de entre 1990 a 2008.
El estudio realizó un mapa con los conflictos desatados por la disputa de agua, y muestra casi 2 mil incidentes, que implicaron conflicto y colaboración por igual, sobre las cuencas hidrográficas compartidas entre 1990 y 2008.
La escasez es especialmente probable en algunas partes del mundo que ya presentan dificultades por el agua, por lo que los politólogos esperan peleas que serán cada vez más intensas. Para realizar un seguimiento de los conflictos en todo el mundo, los investigadores de la Universidad Estatal de Oregon (OSU, en inglés) pasaron una década en la construcción de una base de datos completa de los intercambios internacionales, tanto en conflictos como en alianzas por los recursos hídricos compartidos.
Los especialistas encontraron que los países comienzan a menudo disputas belicosamente, pero en última instancia llegan a acuerdos pacíficos. “Para mí, la parte realmente interesante es que incluso los árabes y los israelíes, indios y paquistaníes, son capaces de resolver sus diferencias y encontrar una solución”, dijo Aaron Wolf, el geógrafo que lidera el proyecto.
Un reto una solución
Si bien, es cierto que el 70 por ciento por ciento de la superficie de la Tierra es líquido, la escasez de agua afecta a más de mil millones de personas cada año, razón por la que muchos científicos ven al mar como la salvación para satisfacer las necesidades mundiales de este vital líquido. Sólo hay un pequeño (y obvio) problema: el agua de mar no es para consumo humano.
Desde la década de los 70, el estándar para la desalinización ha sido ósmosis inversa, proceso en el que grandes bombas empujan el agua de mar a través de membranas que permiten que las moléculas de agua pasen a través, pero no la sal. El proceso es eficaz y elimina el 99 por ciento de la sal, pero es costoso y consume mucha energía.
Sin embargo, mediante el aprovechamiento de la electricidad en lugar de la fuerza, Kyle Knust, estudiante de doctorado en química analítica en la Universidad de Texas en Austin, creó una manera energéticamente eficiente para separar la sal del agua salada con una corriente eléctrica.
El dispositivo creado por el estudiante de 26 años se llama el Waterchip. Este es lo suficientemente pequeño como para caber en la palma de una mano, y el agua fluye a través de él a lo largo de un microcanal en forma de Y. Un electrodo emite una carga donde la Y se divide, creando un campo eléctrico que desvía la sal por un ducto, mientras que el agua desalinizada se dirige por el otro brazo. Tony Frudakis, director ejecutivo de Okeanos, una compañía nueva en el área de Cincinnati, vio el potencial de este invento y puso en marcha la licencia del dispositivo.
Un único Waterchip elimina aproximadamente el 25 por ciento de la sal del agua de mar y produce un mero goteo. No obstante, “la tecnología es infinitamente escalable”, dijo el CEO. Por otra parte, poner en funcionamiento a vario Waterchips en serie podría hacer la salida progresivamente más pura, y ejecutando millones en paralelo, podría producir teóricamente tanta agua dulce como cualquier planta de ósmosis inversa gigante, con un consumo de energía a la mitad.
Desde la Plaza/SinEmbargo/ AMH