Una celebración que podrías confundir fácilmente con el entierro de un difunto tiene lugar en la localidad de Santa Marta de Ribarteme, en el concello de As Neves, Pontevedra, España. ¿Por qué? Simple, se trata de una procesión con ataúdes abiertos con personas vivas que recorren las calles para celebrar que lograron burlar a la muerte.
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Con el cántico “Virgen de Santa Marta/ estrella del norte/ te traemos a los que vieron la muerte, acompañan todos los años a los penitentes ofrecidos, como se conoce a los muertos vivos, que este año han sido cuatro, sometidos a este trance para agradecerle a la santa su intercesión para que ellos, sus familiares o allegados se recuperasen de graves enfermedades.
Algunos de los asistentes visten una especie de mortaja hecha de tul y portan un bastón y una vela, que bien traen de casa o la adquieren en los múltiples puestos de venta para participar en la procesión que este miércoles volvió a quedar pequeña, ya que como marca la tradición, la expectación ha sido máxima.
Cada año, cientos de lugareños y visitantes observan esta extraña procesión, que no es la única celebración religiosa de Galicia donde la muerte, o más bien la resurrección, es la protagonista.
En A Pobra do Caramiñal, en la provincia de A Coruña, los fieles que han hecho sus promesas cargan sus propios féretros en la procesión de las mortajas, en el marco de las fiestas del Nazareno, en septiembre.
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