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‘El librero callejero’, el caso del mendigo sudafricano que critica libros

Philani Dladla nació hace 24 años en KwaZulu, una pequeña localidad en el centro de Sudáfrica. Tal y como cuenta, desde pequeño siempre fue un amante de la lectura, siendo la biblioteca de su pueblo su lugar favorito.

No obstante, su vida dió un giro de 180º cuando se mudó a Johannesburgo para buscar trabajo: Se enganchó a las drogas.

En declaraciones recogidas por la cadena de SABC TV, Dladla cuenta que «lo perdí todo. Dejé mi trabajo y al poco ya no podía pagar el alquiler. Sin darme cuenta me ví en la calle, con lo puesto y con algunos libros que me había traído desde casa».

A pesar de su situación, Dladla rehuía pedir limosna, por lo que se le ocurrió vender los libros que tenía. Pero decidió hacerlo de un modo original.

«Viviendo en la calle, veía como otros mendigos malvivían recogiendo sencillo en las esquinas», explica Dladla, «pensé que podía hacer algo diferente y dar a la gente algo que mereciera la pena».

Es entonces cuando Dladla comenzó a vender «críticas de libros».

El mendigo explica que no solo leía los libros, pero que también «conversaba con el comprador y le decía si este libro le gustaría y si se lo recomendaba o no».

El hombre incluso creó un sistema de precios que iba desde 10 rands (menos de 50 centimo de euro) por los libros que no le habían gustado, hasta los 80 rands (alrededor de 4 euros) por aquellos que le habían agradado.

Con el dinero ganado, Dladla explica que podía salir adelante y tenía lo suficiente como para comprar más libros.

En las calles de «Jo-Burg» (diminutivo de Johannesburgo) empezó a ser conocido como ‘El librero callejero’.

«Los libros para mí lo son todo», cuenta Dladla, «con un poco de determinación, motivación y gracias a libros de auto-ayuda, tomé la decisión de dejar las drogas».

«Es entonces cuando decidí que si las letras me podían ayudar a mí, también podían ayudar a otros», añade el librero.

Dladla empezó a utilizar el dinero que conseguía para comprar víveres que repartía entre otros mendigos.

«También les leo y a los que se interesan les enseño a leer. Su sonrisa y su amistad es mi recompensa», afirma el librero con determinación.

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Su historia estalló mediaticamente cuando el mendigo creó un club de lectura para niños: Se reune en un parque y lee a menores que viven en la calle.

El caso de Dladla, o ‘El librero callejero’, ha conmovido a los ciudadanos de Johannesburgo, que han creado un fondo de donaciones para regalar libros y dinero. Aun así, Dladla no va a utilizar el dinero para salir de la calle «o por lo menos no por ahora». «Aun queda mucho trabajo que hacer en las calles de Jo-Burg», explica el librero.

DesdeLaPlaza.com/ANT3/AMH

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