Una de las sensaciones que más me gusta es la de entrar a un lugar donde suelo ir y me traten como de la familia. Así, como cuando uno va a la taguara de costumbre y está tu mesa de siempre esperándote y te traen lo que siempre pides sin siquiera abrir la boca. O que, frente a tus amigos, te digan ¿lo de siempre, señor fulano? Esa pequeña cuota de poder complace, y saben que es así.
Pero mejor aún es que ese momento de gloria ocurra en una librería. No es tarea fácil cuando se tratan de esas grandes cadenas de librerías que no son atendidas por libreros, esas mismas tiendas que más que libros venden papelería, juguetes y aparatos telefónicos. Esas que dependen de una computadora para encontrar algo porque quienes atienden no tienen ni idea de lo que venden.
Sin embargo, en las librerías atendidas por verdaderos libreros, como ocurre en cualquiera de las Librerías del Sur, es fácil hacer grandes panas que llegan a conocerte como a la palma de su mano.
Mi Librería del Sur favorita es la que está en el Teatro Teresa Carreño, sin duda alguna. Luego la de Carmelitas y después la de Gradillas, en ese orden. Como soy fiel usuaria, cuando entro por lo general me encuentro a un pana-librero. Me saluda por mi nombre y con una gran sonrisa, conversamos sobre varios temas, y me deja hurgar tranquilamente entre los anaqueles sin la incómoda pregunta de todas las tiendas, ¿le puedo ayudar en algo?
A veces corro con la suerte de que me recomienden un libro que saben me va a gustar. Otras veces me informan que lo que seguramente voy a buscar aún no está. Pero sea cual sea la noticia, me hacen sentir en casa. Y eso es mucho decir, porque sentirse en casa dentro de una librería es un triunfo para la humanidad en medio de este mundo enrevesado.
Les invito que hagan de una librería, la que más les guste, su lugar común. Que la visiten con regularidad e interactúen con los verdaderos libreros. Ellos siempre tienen mucho qué decir. Complace muchísimo llevarse a casa un libro que ya en sí mismo tenga una historia: entrar, saludar, tener una buena recomendación, hacer caso y llevarlo con uno. Entonces, cuando decidas leerlo, un pedacito del librero (o librera) en cuestión estará allí, leyendo contigo.
DesdeLaPlaza.com/Gipsy Gastello
@GipsyGastello