Una simple flor o un gran ramo puede expresar amor, recuerdos, disculpas, apoyo o simplemente un gesto de atención. A través de la historia del ser humano, las flores han jugado un rol importante como signo de demostración y como regalo. A pesar de que los significados específicos y las tradiciones pueden cambiar, las flores continúan siendo una parte de la conexión humana.
Te imaginas un 14 de febrero sin flores? Pues bien, el mundo tampoco puede existir sin abejas, por tanto, puede llegar a ser posible de no tomarse las medidas inmediatas a la muerte de las abejas polinizadoras que son las responsables de esta maravilla en el medioambiente. Para celebrar este 14 de febrero Greenpeace organizó la compaña » Un San Valentín sin flores no tiene sentido, un mundo sin abejas tampoco».
Por ello esta Organización No Gubernamental Greenpeace aprovechó el día de los enamorados para poner sobre la mesa una problemática que está afectando a estos insectos encargados de la polinización de las flores: las abejas están muriendo por el uso masivo de plaguicidas tóxicos en la agricultura industrial.
Y eso, nos afecta a todos. Porque, junto a otros insectos, son las encargadas de polinizar no solo las flores que estos días son protagonistas, sino también el 90% de las plantas silvestres y el 75% de los cultivos para consumo humano a nivel mundial.
Para esta “romántica” campaña este domingo 14 de febrero, los voluntarios y voluntarias de Greenpeace de 23 ciudades de España saldrán a la calle para alertar de la problemática que afecta a las abejas y para recoger firmas por la protección de estos animales.
Para ello repartirán a los transeúntes tallos sin capullos, para simbolizar que sin abejas no habría flores. En la web de Greenpeace www.greenpeace.org/espana/es/Agenda/ se pueden consultar las ciudades y horas en las que se desarrollarán estas actividades. También se puede firmar de manera digital: https://salvalasabejas.greenpeace.es/
Problemática de las abejas
Las abejas y otros insectos polinizadores son vitales para el equilibrio ecológico del planeta. Son fundamentales para la biodiversidad y la seguridad alimentaria.
Cerca del 90% de las plantas silvestres dependen de la polinización animal, muy especialmente de la realizada por insectos, y también el 75% de los principales cultivos para consumo directo humano a nivel mundial.
En Europa el 84% de los 264 principales cultivos y cerca de 4.000 variedades vegetales depende también de este tipo de polinización. Un estudio inédito de Greenpeace ha calculado que en España el 70% de los principales cultivos también depende de la polinización por insectos (1). Además, también el valor económico que supone la polinización por insectos alcanza cifras a tener muy en consideración: a nivel mundial supone más de 265.000 millones de euros al año, en Europa 22.000 millones y en España más de 2.400 millones.
Pese a esta gran y reconocida importancia, desde hace varios años las poblaciones de abejas melíferas y de otros insectos polinizadores están en declive.
El problema a nivel mundial responde a un conjunto de factores que interactúan entre sí: la agricultura industrial, el cambio climático, pérdida y deterioro de hábitats, parásitos y enfermedades y especies invasoras.
Algunas soluciones exigen inversiones a largo plazo, sin embargo, prohibir el uso de los plaguicidas peligrosos para las abejas es una solución a corto plazo, que les quitará una presión muy fuerte y que les permitirá enfrentarse mejor a las otras amenazas.
Este fue precisamente el camino seguido por la Unión Europea cuando en 2013 decidió prohibir cuatro plaguicidas (tres neonicotinoides y el fipronil) demostradamente peligrosos para las abejas.
Sin embargo, estas prohibiciones son parciales y no se aplican a todos los usos. 2016 es un año decisivo para las abejas, puesto que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria revisará la nueva información científica sobre estos productos y en enero de 2017 se decidirá qué hacer con estas prohibiciones, por lo que es fundamental apoyar las actuales prohibiciones, pedir que se amplíen y apostar por la agricultura ecológica, la única solución de futuro.
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