Si te encanta el famoso libro titulado El Principito de Antonie Saint-Exupéry, tienes que saber que la Rosa que inspiró al francés para escribir esta obra, no fue cualquier personaje, sino su esposa Consuelo Suncín, una polémica salvadoreña que es considerada por muchos como una mujer adelantada a su época.
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Era hija de un general, dueño de fincas cafetaleras, a los 18 años consiguió una beca y se va a Estados Unidos a estudiar inglés, aunque para esa época (1919) que una mujer viajara sola era una acción mal vista por la sociedad. En ese país contrae matrimonio con un presunto militar mexicano, que después se supo que era un comerciante de pinturas caseras.
Un viaje a México en busca de trabajo
Sin embargo, Consuelo se divorcia meses antes de que su esposo falleciera en un accidente de ferrocarril. Después llega a México y con una carta de recomendación, solicita entrevistarse con el abogado, filósofo y escritor mexicano José Vasconcelos, quien la rechaza y le dice: “Una mujer bonita, joven y viuda no necesita trabajar, puede ganarse la vida con sus encantos”.
Consuelo insistió en una segunda entrevista y Vasconcelos no le da el empleo, pero la ayuda a estudiar Derecho, y termina enamorándose de ella y tienen un romance. Luego, la lleva a París (Francia) y conoce al prosista guatemalteco Enrique Gómez Carrillo, quien en su tiempo era considerado el más exitoso escritor latinoamericano.
Pero la salvadoreña le deja «el pelero» a Vasconcelos y se casa con el prosista, de quien queda viuda, pero con mucho dinero y viaja a Buenos Aires a liquidar las propiedades de su difunto esposo, allí es donde conoce a Antoine de Saint Exupery.
Otro matrimonio más
El francés, que también fue aviador, la invitó a volar y se enamoran. Después se «lanzan al agua» en contra de la voluntad de la familia de Saint Exupery por el hecho de ser una mujer extranjera de origen indígena y viuda. Los parientes del escritor más famoso de Francia era antisemita y para ellos ese matrimonio era casarse con una judía. La única defensora de Consuelo fue su suegra, y según sus propias palabras: “si su hijo la amaba, ella la amaba”.
A pesar de las adversidades, la pareja vivió 13 años de matrimonio, marcado por las frecuentes infidelidades de Saint Exupery y su gusto por la vida bohemia. Según palabras de Consuelo ser la esposa de un piloto fue un «suplicio», ser la de un escritor un «verdadero martirio». Aunque las peleas entre ambos imperaban en la relación, siempre estaban pendiente uno del otro, ella era asmática así como la rosa que tocia y el Principito la tenía en un biombo para que no le pasara nada.
Así que fue por ella que el francés escribió las líneas textuales que iban a proporcionarle vida al libro. Y fue hasta hace pocos años que reconocieron que sin su influencia, El Principito no se habría escrito.
DesdeLaPlaza.com/HoySupe/KC