El último domingo de mayo celebramos el Día del Árbol, un pilar natural que nos brinda decenas de beneficios, y que pese a ello, muchas veces maltratamos y subvaloramos.
La primera vez que se celebró la fiesta del árbol en el mundo fue en el año 1805 en la pequeña localidad extremeña de Villanueva de la Sierra (Cáceres), una iniciativa promovida por el párroco del lugar con el apoyo entusiasta de toda la población.
Los hay de todos los tamaños, formas y colores, pero con una característica común: nos ayudan a producir oxígeno y fijar carbono, un regalo de la naturaleza frente a los crecientes problemas ambientales de nuestro planeta, incluyendo al efecto invernadero.
Los árboles han sido testigos incondicionales de nuestra cultura e historia. Entre ellos, cabe destacar la Ceiba de San Francisco, en medio de la Avenida Universidad, frente a la iglesia del mismo nombre; el Samán de Catuche, cerca del Panteón Nacional, que cobijó a Andrés Bello en sus años estudiantiles.
Leer Más: Arreaza: Reforestaremos zonas afectadas por incendios con la Misión Árbol
Tenemos el caso del famoso Samán de Güere, el más conocido de todos, bajo cuya sombra bailaban nuestros indígenas, clamando por la lluvia en los tiempos de sequía, y que sirvió de inspiración a cientos de hombres y mujeres que han jurado paz y libertad para nuestro pueblo por varias décadas.
Pese a ello, muchos árboles son podados en forma severa, clavados como si se tratara de paredes listas para anunciar productos, pintados «ique» para adornar el paisaje y hasta cortados impunemente, «porque impiden el desarrollo de una obra o infraestructura».
Si cada uno de los habitantes de este país nos comprometiéramos a plantar un árbol cerca de nuestras casas, escuelas o lugares de trabajo, esmerándonos a velar por su cuidado y conservación, estaríamos garantizando al menos ¡20 millones de nuevos árboles que tanta falta le hacen a nuestro país!
Pero eso sí, en los lugares apropiados y con las especies adecuadas.
Historia del Día
Con la hermosa frase La primavera de oro de los araguaney es identificaba Rómulo Gallegos la llegada de la primavera en los llanos y sabanas de Venezuela.
Y es que, «en el período de la floración todo el campo, todos los caminos toda la geografía patria parece rendir pleitesía a la belleza de este árbol que luce en el bosque, a lo largo de nuestros caminos, en el interior de nuestras viviendas, como una diadema de oro. Es que el araguaney se hizo emblema del pueblo venezolano».
El 29 de mayo de 1948 se declara el araguaney Árbol Nacional.
El araguaney es un árbol autóctono y su altura oscila entre 6 y 12 metros. Su tronco es recto, cilíndrico y de unos 60 centímetros de diámetro.
La floración se presenta durante los meses de febrero a abril, cuando está totalmente desprovisto de hojas. Las semillas están maduras al comenzar las lluvias, lo que permite la germinación en un gran número de semillas.
Por haberse decretado el 29 de mayo al Araguaney «Árbol Nacional» se tuvo este día como el día del Árbol, pero existe una resolución del Ministerio de Educación del 19 de mayo de 1951 en que dispone celebrar la Semana del Árbol, tomando como Día del Árbol el último domingo del mes de mayo .
Leer Más: Hoy es el Día del Araguaney, el árbol nacional: Así rinden honor algunos venezolanos
Originalmente, la Fiesta del Árbol se celebraba con carácter de obligatoriedad en todas las escuelas del país, el 23 de mayo, de acuerdo con el decreto de Cipriano Castro, de 10 de abril de 1905.
En 1909 se trasladó la fecha al 15 de mayo. Finalmente, por razones prácticas, se estableció el último domingo del mes de mayo.
Debemos respetar e incentivar el cuidado y siembra de quienes nos brindan aire puro vida y salud.
DesdeLaPlaza.com/ConValores/MD