Los medios y los usuarios lo ven prácticamente a diario: las amenazas en el mundo de la movilidad parecen crecer de forma exponencial. Sobre todo en el caso de Android.
Varios estudios han revelado que el crecimiento de amenazas de malware en la plataforma móvil de Google es asombroso. Las empresas de soluciones de seguridad y de desarrollo de antivirus suelen sacar buen provecho de la gramática —inglesa o española— con titulares llamativos que asustarían a cualquiera. “El malware para Android crece un 614%”, “El malware para móviles ha aumentado un 3.500% en lo que va de año” o “El malware en móviles explota y llega a las redes corporativas” son algunos ejemplos de titulares de este último mes. Ejemplos que, por supuesto, nos hacen preocuparnos.
Esa generación de FUD (“Fear, Uncertainty and Doubt”, o lo que es lo mismo, “Miedo, Incertidumbre y Duda”) no es algo nuevo: ya fue herramienta fundamental de marketing en soluciones antivirus para el PC, y lo mismo ocurre en el campo de la movilidad, donde muchas de esas empresas están empezando a dedicar recursos especiales para “tratar de ayudarnos”, y, de paso, ganar una fortuna a través de nuestros miedos, incertidumbres y dudas.
Esas dudas y ese miedo generado por esa gran cantidad de amenazas hacen que muchos usuarios —al igual que ocurría en el mundo del PC— se traten de proteger con la compra de alguna solución de seguridad o de algún antivirus. Las garantías que ofrecen estas soluciones son discutibles —y comparables, como hemos mencionado, y hay organismos que se dedican a ello— pero hay dos barreras esenciales en el tratamiento del malware, y ninguna de ellas la proporcionan esas empresas.
Entonces, ¿necesitamos un antivirus?
El sentido común es el mejor antivirus que existe, pero aun así este tipo de herramientas pueden ser útiles, y no precisamente por su detección y eliminación de virus, sino por el resto de prestaciones que ofrecen.
Así, muchas de ellas son en realidad suites de seguridad móviles que permiten, por ejemplo, localizar nuestros teléfonos si se extravían (o nos los roban), y borrar remotamente todos los datos en caso de que quede claro que no vamos a poder recuperarlos.
Los informes que generan algunas aplicaciones —por ejemplo, mostrando qué permisos necesita cada una de las aplicaciones instaladas en Android— o las herramientas de backup y restauración para volver a un estado “seguro” tras un episodio de malware en nuestro móvil son también muy relevantes, y eso hace pensar que estas soluciones tienen también su hueco para aportar un nivel más de tranquilidad.
Por supuesto, es el usuario el que debe decidir si le compensa pagar por esas capacidades. Pero los antivirus no son la solución al problema. El sentido común sí lo es. Y las copias de seguridad, claro.
DesdeLaPlaza.com/ Xataka/ AG