México celebra este 31 de marzo los 102 años del nacimiento de Octavio Paz, su escritor más universal, y que dio al país su, hasta ahora, único premio Nobel de Literatura.
Traductor, editor de revistas imprescindibles, pero sobretodo ensayista y poeta, Octavio Paz fue autor de una obra inagotable y el gobierno mexicano aspira ahora a renovar el interés por su lectura, especialmente entre los jóvenes.
Paz, fallecido en 1998, fue también un influyente personaje público cuyas posiciones políticas generaron controversia en parte de la izquierda mexicana, que lo veía demasiado cercano al Partido Revolucionario Institucional (PRI), hegemónico en México durante más de 70 años.
Para el también novelista mexicano Álvaro Enrigue, la creencia de que Paz era un escritor de derecha es «injusta» y producto de la «radicalidad» de las izquierdas mexicana y latinoamericana en la década de los setenta, cuando el mexicano, como otros intelectuales, se distanció de la revolución cubana.
«Basta leer lo que escribió sobre el alzamiento zapatista en febrero de 1994 para darse cuenta de que murió siendo un hombre de izquierda«, señala Enrigue, reconocido con el premio Herralde 2013.
El autor recuerda que Paz plantó cara al PRI al dimitir como embajador en India en protesta por la matanza de estudiantes a manos de militares de 1968 en Ciudad de México.
Tras la renuncia, fundó revistas sobre artes y política, como Plural y Vuelta, que marcaron a una generación.
«Eran un escaparate de las ideas que estaban ardiendo en el mundo, en un momento en que México era muy provinciano y moralista», recuerda Enrigue.
Obras
Octavio Paz nació el 31 de marzo de 1914 en Ciudad de México pero empezó a estudiar en Estados Unidos, donde su padre se trasladó como representante del líder revolucionario Emiliano Zapata.
Aunque a su regreso cursó Derecho, Paz empezó a escribir literatura desde muy joven por la influencia de su abuelo y su extensa biblioteca.
En 1945, Paz se incorporó al servicio diplomático mexicano y fue enviado a París, donde trabó amistad con André Breton y otros surrealistas. Fue allí donde escribió «El laberinto de la soledad» (1950), su controvertido y esencial estudio de la identidad mexicana.
«El laberinto de la soledad», de lectura obligatoria para los estudiantes mexicanos, es para otros un retrato reduccionista y anticuado del país.
«Todos los países tienen su libro, que dice cómo es un país y que fija estereotipos muy peligrosos», señala Enrigue. Considerando también que más que por sus ideas, la lectura de este ensayo sigue impactando por la belleza extraordinaria de la pluma de Paz.
El poder de Paz
Paz llegó a la cima de la literatura al obtener el premio Cervantes en 1981 y el Nobel en 1990.
Tan profunda era su erudición, su omnipresencia en toda clase de debates y la influencia acumulada que llegó a infundir temor entre los demás escritores mexicanos, que suspiraban por la aceptación de Paz al considerarla una suerte de consagración.
Con el tiempo la figura y las posiciones políticas de Paz se tornaron más cuestionadas en un México que se encaminaba al fin del régimen del PRI, que perdió la presidencia dos años después de su muerte.
«La generación anterior a la mía tuvo conflictos patricidas», afirma la escritora mexicana Valeria Luiselli, de 30 años. «La mía creció en un México más democrático donde el bastión del poder literario no lo tenía una sola figura o un solo grupo».
Desde La Plaza /AFP /ABD