Tal día como hoy pero en 1828 nace Julio Verne, escritor, poeta y dramaturgo francés, célebre por sus novelas futuristas y de aventuras.
Según historiadores y expertos en la vida de Verne, sus libros nacen con vocación didáctica, “era casi un enciclopedista que volcaba en sus novelas áreas de conocimiento. En cada uno de sus libros se centra en una «ciencia en concreto”. Viaje al centro de la tierra es un tratado de geología, 20.000 leguas de viaje submarino se centra en la fauna marina, y los dos libros de viajes a la Luna hablan de astronomía.
Su documentación era tan meticulosa que hay lectores que creen que estuvo en Mallorca, por cómo describe al detalle las calles de Palma y el castillo de Bellver en Clovis Dardentor. Pero según señalan algunos historiadores, en realidad, nunca estuvo allí y sacó toda la información de Die Balearen, nueve volúmenes sobre las islas escritos por su amigo el archiduque Luis Salvador de Austria.
Verne estaba obsesionado con la cartografía. Un enorme mapa que muestra las rutas de 20 de sus novelas. Los mapas de Verne mezclan la realidad que se conocía y la ficción con la que rellenó los huecos: por ejemplo, vemos un plano de la Antártida dividida en dos por un canal y otro con un volcán en el polo norte.
Esta mezcla de realidad y ficción no se da solo en los mapas. Cinco semanas en globo Verne narró una expedición ficticia, pero también recoge muchos detalles de expediciones anteriores. La historia y la ficción están al mismo nivel y por eso sus libros dan esta sensación de realidad.
Verne recogió el espíritu viajero de la época, marcado por el optimismo ante los retos, y lo plasmó en sus novelas, que a su vez también influyeron en otros exploradores. Por ejemplo, se compara al capitán Hatteras de Verne, obsesionado con llegar al polo norte, con el explorador Ernest Shackleton (1874-1922), obsesionado a su vez con llegar al Polo Sur y con cruzar la Antártida.
También hay un recuerdo para la expedición de S. A. Andrée, un sueco que en 1897 intentó llegar al Polo Norte en globo. Incluso llevaban esmoquin y champán para celebrarlo cuando lo lograran, igual que los viajeros a la Luna de Verne tomaban vino durante su vuelo. La aventura en globo de Andrée duró apenas diez horas antes de que se estrellaran. Los aventureros no resultaron heridos por el accidente, pero murieron continuando su viaje a pie. Sus cuerpos no se hallaron hasta 33 años más tarde.
Nellie Bly, una periodista que dio la vuelta al mundo en 72 días, batiendo tanto el récord real de entonces como el ficticio de Phileas Fogg en La vuelta al mundo en 80 días. Según comentan «Verne era un poco misógino, Sólo dos de sus novelas están protagonizadas por mujeres y una de ellas, Mistress Branican, está inspirada en Bly.
A Bly le sobró tiempo para pasar por Amiens y saludar al escritor, que quedó encantado con su hazaña. Verne no viajó mucho, pero siempre le atrajo ese mundo de aventuras. Le gustaría haber sido marino. Por eso le gustó que alguien llevara a la realidad su historia, de hecho, el escritor seguía las crónicas que Bly iba publicando en el diario neoyorquino World y marcaba en un globo terráqueo la evolución de su viaje.
Curiosamente, Verne, solo montó en globo una vez y durante apenas unos minutos, a pesar de haber escrito Cinco semanas en globo. Era un firme defensor de los aparatos más pesados que el aire, igual que el fotógrafo y aeronauta Nadar, que inspiró tanto esta novela de Verne como el personaje de Michael Ardan (anagrama de Nadar) en «De la Tierra a la Luna». Además, Nadar es autor de uno de los retratos más conocidos de Verne.
Verne con sus dos libros sobre el viaje al satélite le dedica un espacio a la fascinación de la época por la Luna. Hay carteles de obras de teatro y películas, aparte de la de Meliés.
Nostalgia del futuro
Verne es considerado más que un divulgador, un autor de ciencia ficción, porque todas sus novelas son contemporáneas, excepto París en el siglo XX y La jornada de un periodista americano en 2889, que se cree que en realidad es obra de su hijo. El escritor francés quiere explicar los descubrimientos científicos de la época: no imagina un futuro, sino que recrea las posibilidades de su presente.
El escritor francés también hizo algunas predicciónes más que acertada, como célebres ilustraciones de coches voladores de Albert Robida y las láminas de la colección de Coté que Asimov describió en Futuredays y que beben mucho del imaginario de Verne. En estas ilustraciones hay sastres y peluqueros automáticos, además de escuelas en las que los libros se transmiten a los alumnos mediante auriculares.
Hoy en día, las utopías científicas de Verne se han visto sustituidas por distopías tecnológicas.
DesdeLaPlaza.com/ElPaís/LDJ