Se conmemoran 220 años del nacimiento de la «Libertadora del Libertador»: Manuela Sáenz

Tal día como hoy, el 27 de diciembre de 1797, nació en Quito, Ecuador; Manuela Sáenz, hija de Simón Sáenz Vergara, de origen español, y María Joaquina Aizpuru.

Su infancia transcurrió en la capital ecuatoriana, donde rápidamente se hicieron sentir los ideales de los movimientos independentistas, organizándose grupos revolucionarios.

En tal sentido, Manuela y su madre se identificaron con la gesta emancipadora; no así su padre quien permaneció fiel a la Corona española, por lo que fue hecho preso al estallar dicho movimiento, aunque posteriormente recuperó su libertad al ser sofocado en 1810.

Debido a su apoyo al proceso de independencia americano, Manuelita fue internada en el convento de Santa Catalina donde aprendió a leer, escribir y rezar. Según una leyenda que circuló por mucho tiempo, siendo muy joven fue raptada del convento por un oficial de nombre Fausto D’Elhuyar; lo cual no obstante ha sido desmentido por la historiografía.

En 1817 contrajo matrimonio con Jaime Thorne, comerciante inglés, rico y mucho mayor que ella; trasladándose con él a vivir a Lima (Perú) entre 1819 y 1820.

A pesar de ser éste un país donde el sentimiento independentista no se había manifestado, en poco tiempo el prestigio de Simón Bolívar y su triunfo en la liberación de la Nueva Granada (1819) le gana entusiasmados adeptos a su causa, entre ellos Manuela Sáenz, quien se convierte en miembro activo de la conspiración contra el virrey del Perú, José de la Serna e Hinojosa (1820); y que al declararse la independencia del Perú (1821) se confiesa admiradora de José de San Martín.

Los servicios de Manuela a la causa de emancipación fueron reconocidos al otorgársele, en 1822, la condecoración llamada «Caballeresa del Sol», consistente en una banda blanca y encarnada con una pequeña borla de oro y una medalla cuya inscripción decía «Al patriotismo de las más sensibles».

En un encuentro posterior, en el baile de bienvenida al Libertador, en Quito, él le manifiesta: «Señora: si mis soldados tuvieran su puntería, ya habríamos ganado la guerra a España». Manuela y Simón Bolívar se convirtieron en amantes y compañeros de lucha durante ocho años, hasta la muerte de éste en 1830.  Fue reconocida por él mismo (25.9.1828) como «Libertadora del Libertador».

En 1823 Manuelita acompañó a Bolívar al Perú y estuvo a su lado durante buena parte de las campañas, participando en ellas activamente, hasta culminar la gesta libertadora cuando se radicaron en la ciudad de  Santa Fe de Bogotá.

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Thorne en varias ocasiones pidió a Manuela que volviera a su lado. La respuesta de Manuela fue contundente: seguiría con Bolívar y daba por finalizado su matrimonio con el inglés.

En alguna ocasión, consultada sobre el rompimiento con su marido, Manuelita expresó que no podía amar a un hombre que reía sin reír, que respiraba pero no vivía y que le generaba las más agrias repulsiones. Este comportamiento «indecente» para una mujer de la época marcó un antecedente de autodeterminismo en la mujer en una época donde eran reprimidas por una sociedad que las anulaba completamente; en este acto está quizás una de las características más interesantes de este personaje histórico.

Manuela falleció el 23 de noviembre de 1856, a los 58 años de edad, en Paita, Perú,  durante una epidemia de difteria que azotó la región. Su cuerpo fue sepultado en una fosa común del cementerio local y todas sus posesiones, para evitar el contagio, fueron incineradas, incluidas una parte importante de las cartas de amor de Bolívar y documentos de la Gran Colombia que aún mantenía bajo su custodia. Manuela entregó a O’Leary gran parte de documentos para elaborar la voluminosa biografía sobre Bolívar, de quien Manuela dijo: «Vivo adoré a Bolívar, muerto lo venero».

Valoración histórica

Manuela Sáenz es sin duda uno de los personajes más interesantes de las guerras de independencia de América del Sur. Según sus detractores, su relación con Simón Bolívar opaca sus propios méritos personales, como una de las grandes defensoras de la independencia de los países sudamericanos y como una de las más destacadas y avanzadas defensoras de los derechos de la mujer.

En su tiempo fue severamente criticada por algunos de sus contemporáneos debido a su actitud extrovertida y provocadora para la época, así como por la influencia política que llegó a ejercer, llegando a ser incluso desterrada. Aún muchas décadas después de su muerte, influyentes intelectuales e historiadores omitieron su vida en sus obras sobre la historia de la campaña libertadora, así como otros la limitaron a una condición decorativa romántica y aun denigrante, tejiendo una leyenda sexual alrededor de su figura, la que sigue teniendo peso en la actualidad.

Solo en la mitad del siglo XX, gracias al revisionismo histórico, aparecieron biografías y ensayos en los que se empezó a reivindicar su papel como líder en la gesta libertadora de lo que hoy son Colombia,  Ecuador y Perú. En los últimos años Sáenz ha sido convertida en un icono del feminismo latinoamericano e igual como sigue teniendo detractores su vida también es exaltada por escritores e historiadores respetables como Alfonso Rumazo González, Germán Arciniegas o ALberto Miramón y Pablo Neruda.

En Venezuela

El 5 de julio de 2010, en el marco de la conmemoración del 199 aniversario de la firma del Acta de Independencia de Venezuela, llegó al Panteón Nacional un cofre que contenía tierra de la localidad peruana de Paita, donde fue enterrada Manuela Sáenz.

Estos restos simbólicos fueron trasladados por tierra atravesando Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela hasta arribar a Caracas, donde reposan en un sarcófago diseñado para tal fin junto al Altar Principal en el que yacen los restos de Simón Bolívar. Además, a Sáenz se le concedió póstumamente el ascenso a generala de división del Ejército Nacional Bolivariano por su participación en la guerra independentista, en un acto que contó con la presencia de los presidentes de Ecuador y Venezuela.

En 2013 el gobierno de Venezuela inauguró un monumento a Manuela Sáenz denominado Rosa Roja de Paita  una escultura de 14 metros ubicada justo al lado del Mausoleo de Simón Bolívar en Caracas.

DesdeLaPlaza.com/Agencias/MB