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Hoy conmemoramos el fallecimiento del poeta venezolano Juan Antonio Pérez Bonalde

Un día como hoy, pero en 1892, muere el poeta y máximo exponente del romanticismo venezolano del siglo XIXJuan Antonio Pérez Bonalde.

La vida de Perez Bonalde, estuvo marcada por la pobreza y el exilio, las penurias y los trabajos ingratos y la pérdida de seres queridos, pero nada de ello le impidió atesorar una cultura literaria sin parangón en la Venezuela de su época.

Nacido en una familia de escasos recursos, a los doce años sabía alemán y leía a los poetas románticos. Sus padres, Juan Antonio Pérez y Gregoria Bonalde, tuvieron que emigrar en 1863, cuando el país padecía los horrores de la Guerra Federal (1859-1863)

La familia fue a parar a Puerto Rico y Juan Antonio ayudaba a su familia dando clases de piano y haciendo de maestro de escuela.

El poeta fue un fuerte crítico al gobierno del general Antonio Guzmán Blanco, tanto así que sus amigos lo incitaron a escribir una sátira contra el presidente. Esto bastó para que las autoridades lo expulsaran del país.

Se estableció en Nueva en York donde llegó a trabajar en una fábrica de perfumes, para ganarse la vida y el sustento.

Contrae matrimonio con la norteamericana Amanda Schoonmaker, con quien tiene una hija y que años más tarde muere inesperadamente.

Tras la muerte de la pequeña, Perez Bonalde es llamado para colaborar en el gobierno de Raimundo Andueza Palacio.

La muerte sorprende a Perez Bonalde un 3 de octubre de 1892, a los 46 años, antes de que pudiera encargarse de una misión diplomática que le había sido encomendada. Su salud se había resentido gravemente tras años de privaciones, tragedias familiares y vida trashumante.

Para conmemorar los 125 años de su muerte DesdeLaPlaza.com le rinde homenaje con un fragmento de su célebre poema ‘Vuelta a la patria’.

I

¡Tierra! grita en la prora el navegante

y confusa y distante,

una línea indecisa

entre brumas y ondas se divisa.

Poco a poco del seno

destacándose va del horizonte,

sobre el éter sereno

la cumbre azul de un monte;

y así como el bajel se va acercando,

va extendiéndose el cerro

y unas formas extrañas va tomando;

formas que he visto cuando

soñaba con la dicha en mi destierro.

Ya la vista columbra

las riberas bordadas de palmeras,

y una brisa cargada con la esencia

de violetas silvestres y azahares,

en mi memoria alumbra

el recuerdo feliz de mi inocencia,

cuando pobre de años y pesares

y rico de ilusiones y alegría,

bajo las palmas retozar solía

oyendo el arrullar de las palomas,

bebiendo luz y respirando aromas

Hay algo en esos rayos brilladores

que juegan por la atmósfera azulada,

que me hablan de ternuras y de amores

de una dicha pasada

y el viento al suspirar entre las cuerdas,

parece que me dice “¿no te acuerdas?”…

DesdeLaPlaza.com/agencias/RS

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