El 28 de marzo de 1750 nació en una casa ubicada en la esquina de Padre Sierra, Caracas, Sebastián Francisco de Miranda, quien alcanzaría renombre universal como Precursor de la Independencia de Venezuela y la América de habla hispana y portuguesa y excepcional memorialista.
La Caracas en que nace el futuro Precursor y Mariscal de Campo de los Ejércitos Franceses, estaba dominada por el orden y prejuicios de castas propios del régimen social peninsular y que se manifestaba hasta en la posición a ocupar por los feligreses en los bancos de las iglesias.
Batallón de Aristócratas
La familia Miranda, de ascendencia canaria y perteneciente a los llamados “blancos de orilla” sería víctima de un acto de discriminación, que induciría al joven, a sus 19 años, a salir de la Capitanía General. Se trata del rechazo que el Marqués de Mijares y el Conde Tovar junto a otros nobles de esta capital, exponen al capitán general José Solano y Bote, señalándole no estar “dispuestos a aceptar los empleos otorgados (nombramientos de oficiales) si no se excluía a Sebastián Francisco de Miranda (padre) como oficial del batallón de blancos”, como lo recuerda Inés Quintero (El hijo de la panadera, pág 14).
A don Sebastián se le cuestionaba que “ejercía el oficio de mercader y que…estaba casado con una panadera (…y) constituiría un agravio…si convenían en admitir a un sujeto…de quien se decía que era mulato” (Idem).
Tras viajar a España, el joven Francisco iniciaría una trayectoria que le llevaría a participar en acciones al norte de África, también en la guerra de Independencia de Estados Unidos con alta responsabilidad en la toma de Pensacola; y en la Revolución Francesa como Mariscal del Ejército del Norte. Sus hechos y hazañas harían insignificantes los prejuicios mantuanos que obstaculizaron su ingreso a los cuerpos de armas de la Caracas colonial.
La América Mirandina
La visión continentalista de Francisco de Miranda, contemplaba la unidad política de toda la América de habla hispana, que por entonces abarcaba las posesiones coloniales de Nuevo México desde las tierras que abarcan los actuales Estados de Missisippi, Arkansas, Texas hasta California al norte, llegando al sur a la Tierra del Fuego, excluyendo de modo muy claro a los nacientes EEUU, cuyo modelo expansionista veía con sumo cuidado, aunque por otro lado estimaba en la nueva república esclavista, las instituciones democrático-representativas, que para la época constituían verdadera revolución política en un mundo sometido a los monarcas, emperadores, califas y bajaes.
Así, el Precursor en julio de 1810, poco antes de conocer a los jóvenes venezolanos que, encabezados por Simón Bolívar, llegaron a Londres, en gestiones ante el gobierno británico, a favor del proceso iniciado en Caracas, escribirá “Pero los Estados Unidos son temidos y odiados como vecinos”.
Pluma y Acción
Excepcional es el ejemplo el que legó a la posteridad Francisco de Miranda, cuya personalidad se caracteriza, de una parte como el hombre de acción, que organiza tentativas para dar la independencia a su país y al resto de las colonias españolas de América, viaja por distintos continentes, se reúne con el músico Josepth Hydn -quien le oye entonar piezas en una flauta-, comparte el séquito de la emperatriz Catalina de todas las Rusias; es invitado por Jorge Washington a degustar almuerzo en Mont Vernon; y, de otra parte conquistó un puesto indiscutible como escritor al quedar reconocido por la Unesco, a finales del siglo XX, como “el gran memorialista de su época”.
Ciertamente, el Archivo de Miranda -editado en 63 volúmenes- contiene tal cantidad de información y consideraciones plasmadas por el inmortal caraqueño, que hoy, a más de dos siglos de su concepción y ordenamiento, no ha encontrado un investigador que ofrezca una visión de conjunto respecto al tesoro de datos e ideas que recogió Miranda en su recorrido por “el gran libro del Universo”, según escribió en 1784.
“Acta de París”
“Nosotros, Don José del Pozo y Sucre y Don Manuel José de Salas, delegados de la Junta de Diputados de los pueblos y Provincias de la América meridional, reunida en la ciudad de Madrid, España, el 8 de octubre de 1797, para convenir en los medios más conducentes a realizar la independencia de las Colonias hispano-Americanas: Habiéndosenos ordenado trasladarnos a Francia para reunirnos con nuestros compatriotas, DON FRANCISCO DE MIRANDA, y Don Pablo de Olavide… Delegados…para deliberar conjuntamente sobre…nuestra independencia absoluta…abriendo el camino para una estipulación solemne que dé por resultado la independencia…de los pueblos que habitan el continente de la América del Sur y están oprimidos por el yugo español(…) Nosotros…Considerando…que las circunstancias actuales son…apremiantes…hemos convenido solemnemente en los artículos siguientes:
ARTÍCULO 1°.- Habiendo resuelto, por unanimidad, las Colonias Hispano-Americanas, proclamar su independencia y asentar su libertad sobre bases inquebrantables, se dirigen ahora…a la Gran Bretaña instándole para que las apoye en empresa tan justa como honrosa…Inglaterra no vacilará en ayudar la Independencia de las Colonias de la América Meridional, mucho más cuando se encuentra empeñada en guerra contra España y contra Francia, la cual (Francia)…no se avergüenza de consagrar…la esclavitud más abyecta de catorce millones de habitantes; y esto con un espíritu de exclusión tanto más odioso, cuanto que afecta proclamar, respecto de los otros pueblos de la Tierra, el derecho incontestable que tienen de darse la forma de gobierno que más les agrade” [Hecho en París el 22 de diciembre de 1797. (L. S.) — JOSE DEL POZO Y SUCRE. ― MANUEL JOSE DE SALAS. ― FRANCISCO DE MIRANDA. Conforme con el original. F. DE MIRANDA.- Duperou, Secretario.
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