El 19 Abril de 1810 inicia la guerra con España por la proclama de Independencia de Venezuela contra Fernando VII.
A partir de ese momento, el entonces Rey de España se convierte en nuestro imaginario colectivo como el gran archienemigo de la causa patriota. El hombre a vencer que representa hasta nuestros días la dominación imperial sobre los pueblos originarios de nuestra América.
Lo que no muchos conocen de este hombre, es que su reinado estaba marcado por la ilegitimidad y que el sanguinario rey de mano dura nunca debió ser el monarca español.
Y es que antes de morir, la madre de Fernando VII, María Luisa de Borbón Parma reveló a su confesor fray Juan de Almaraz que ninguno de los hijos del entonces rey Carlos IV fueron engendrados por el monarca.
«ninguno, ninguno de sus hijos y hijas, ninguno, era del legítimo matrimonio… Ninguno de mis hijos lo es de Carlos IV y, por consiguiente, la dinastía de Borbón se ha extinguido en España».
Así la antigua reina selló el fin de una dinastía de Borbón que ahora pareciera no tener «sangre azul».
La confesión estaría en un sobre con la indicación de “Reservadísimo”, que incluía una carta fechada el 8 de enero de 1819 en la que fray Juan de Almaraz, afirmaba que seis días antes, tras escuchar la última confesión, in articulo mortis, de María Luisa, ésta le había transmitido la bochornosa revelación.
La carta con las duras palabras expresadas por Maria Luisa para obtener el perdón divino y el descanso de su alma se conserva en el archivo del Ministerio de Justicia español.
Es así entonces como la madre del enemigo de la gesta independentista liderada por Bolívar pasó a la historia como la reina promiscua. Carlos IV y Maria Luisa tuvieron 14 hijos de las veinticuatro veces que la reina estuvo embarazada, pero sólo siete llegaron a la edad adulta.
Entonces, si ninguno de los hijos de María Luisa de Parma eran hijos de su marido, Fernando VII, aquel representante de la dominación imperial española, no era más que ¿un rey bastardo?
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