Cuando los espectadores asisten a una función de ballet solo pueden ver una parte de todo lo que hay dentro de él, y por lo general, nunca llegan a observar más allá de lo que existe detrás de los telones y el escenario.
La rigurosidad que implica realizar cada movimiento en escena requiere de un esfuerzo que debe nacer desde la pasión de los bailarines de ballet para que, cada paso y cada montaje, refleje el esfuerzo y el trabajo que se realiza durante mucho tiempo en los ensayos y las prácticas.
Sin embargo, ¿qué es eso que se esconde detrás de una vistosa y emotiva puesta en escena en donde un grupo de bailarines interpretan y expresan historias?
Pues, vamos con el trabajo realizado por la fotógrafa y bailarina de ballet profesional rusa Darian Volkova, quien fundó el proyecto Alma en los Pies, en donde mostró el mundo de esta disciplina desde un punto sensible que no todos están dispuestos a observar:
“Dar a las personas la oportunidad de ver a través de los ojos de una bailarina, eso es lo que hago. Como espectador, solo puedes ver una cara del ballet, el mundo de la belleza y levedad, pero el ballet es más que ese mundo: es el universo”.
Dedos deformes y uñas casi inexistentes por las arduas rutinas de los bailarines.
Esta realidad se refleja también en Black Swan (2010), una película dirigida por Darren Aronofsky y protagonizada por Natalie Portman.
«Claro que duele, por supuesto, pero así es, cuando una persona trabaja duro hasta lograr trascender el dolor, es ahí cuando su esfuerzo realmente vale».
Este motivo es más que suficiente para aplaudir a estos artistas que sienten el dolor y se inspiran para lograr el objetivo de llegar al público a través de la danza. No puede haber nada más gratificante que el reconocimiento y el apoyo del público.
DesdeLaPlaza.com/Luis De Jesús/CAB