El FBI espió durante 24 años al escritor y ganador del premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez. Como lo lees. Tan confirmado como que la información proviene de un un archivo -papel y tinta de verdad- al que ha tenido acceso el diario The Washington Post y que detalla la estrecha amistad del escritor con el expresidente cubano Fidel Castro.
El diario ha tenido acceso a 137 páginas desclasificadas del archivo sobre García Márquez, aunque otras 133 continúan clasificadas, por lo que por el momento se desconoce cuál fue la causa por la que el FBI se interesó en los movimientos del escritor.
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Los documentos del FBI sobre Márquez se remontan al año 1961, cuando el colombiano tenía 33 años y el director de la agencia estadounidense era J. Edgar Hoover, que había ordenado que la agencia fuese advertida en el momento en el que el escritor entrase en el país.
Ese día llegó en febrero de 1961, cuando un joven Márquez solicitó una habitación durante un mes en el Hotel Webster de Manhattan por 200 dólares junto a su mujer e hijo, que entonces tenía dos años, en el comienzo de su carrera como escritor.
Pese a que en estas páginas no se hace referencia a la causa por la que Márquez era espiado, el diario estadounidense lo ha relacionado con su estrecha amistad con Fidel Castro y sus viajes a Estados Unidos para ayudar a abrir una agencia de noticias oficial cubana.
De hecho, los agentes que contribuyeron al archivo de Márquez, además de reírse de su limitado inglés, equivocarse con su nombre y llamarle José y adjuntar su aparición en publicaciones como Time, le describían como «un cercano amigo de Fidel Castro».
Con el paso de los años, tras ganar el premio Nobel y convertirse en una celebridad literaria, Márquez mantuvo una estrecha relación con varios mandatarios, entre ellos el francés François Mitterrand y Bill Clinton, que le invitó a la Casa Blanca en varias ocasiones.
Su hijo no se muestra sorprendido
Al conocer la noticia, su hijo, Rodrigo García, no se ha mostrado sorprendido, y ha afirmado que «considerando el hecho de que este colombiano estaba en Nueva York abriendo una agencia de noticias cubana, sería inusual que no le hubiesen espiado».
García también ha recordado que un día, entre 1960 y 1961, su padre aseguró que al terminar su trabajo había notado cómo dos hombres, que parecían comunicarse por silbidos, le habían seguido de camino a casa.
DesdeLaPlaza.com/THP/AMH