Los árboles más altos y longevos del mundo son las secoyas rojas (Sequoia sempervirens), impresionantes pinos que superan los 100 metros de altura, los siete metros de diámetro en su base y llegan a vivir de dos mil a tres mil años.
Su hábitat se limita a una franja de 750 kilómetros de longitud por entre ocho y 75 kilómetros de anchura en la costa del Pacífico estadounidense, en los estados de California y Oregón.
Los ejemplares de mayor altura y edad están en el Parque Nacional Redwood, al norte de San Francisco: destacan los árboles llamados Hyperion –115,55 metros– y Stratosphere Giant –113 metros–. Pero el más viejo de la familia es el General Sherman, un ejemplar de secoya gigante de tres mil 500 años y un tronco de mil 385 toneladas.
Las condiciones de la zona –el aire fresco oceánico que mantiene una niebla y humedad constantes– les proporcionan el ambiente idóneo para crecer. Por otro lado, su gruesa corteza, rica en taninos, protege a estos árboles del fuego y los insectos, pero lo que más contribuye a que resistan de pie tanto tiempo es su estructura: a partir de la raíz crecen troncos independientes que se mantienen pegados entre sí; si uno resulta dañado, los demás se siguen desarrollando y aportan savia al tronco que la necesita.
Una Secuoya Roja joven puede crecer un metro al año, pero su crecimiento se desacelera conforme envejece.
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