En América Latina nunca se ha necesitado de ningún tren, moda, excusa o fecha cuando de espantos y apariciones se trata.
Decenas de ánimas en pena, monstruos mutantes y otros seres sobrenaturales deambulan todavía hoy de aquí para allá, vivos -¡qué ironía!- gracias a eso que llaman la «tradición oral». Es decir, porque nos encanta un cuento.
Hoy aprovechamos la excusa para traer a este mundo-por la vía virtual- a las leyendas de fantasmas más famosas de América Latina.
Hombres detrás de mujeres
«La pelota cayó fuera del convento—fiesta de brincos y rebrincos de corderillo en libertad—, y, dando su salto inusitado, abrióse como por encanto en forma de sombrero negro sobre la cabeza del niño, que corría tras ella. Era el sombrero del demonio».
Era el sombrero de El Sombrerón, según lo cuenta el escritor guatemalteco Miguel Ángel Asturias en su primer libro, «Leyendas de Guatemala», en el que narra varias historias de origen maya de su país natal.
Como tantas, El Sombrerón se alimenta de las tradiciones de las varias razas que confluyeron en el continente a partir de la conquista española. Y se lo interpreta en múltiples versiones.
En la misma Guatemala, algunos hablan de él como una especie de duende que se enamoró fatídicamente de una mujer hermosa. Los padres de ella no permitieron la unión y la encerraron en un convento, lo que lo llevó a él a vagar eternamente.
En Colombia, en cambio, es un hombre corpulento que se desplaza en una mula y se acompaña de dos perros negros. Su objetivo, al parecer, es asustar a los mujeriegos.
Hablando de hombres pequeños que van detrás de mujeres -en este caso, vírgenes-, El Trauco es una leyenda chilena que habla de un enano -muy feo, pero muy fuerte- que busca a chicas vírgenes para seducirlas.
El que se interpone en su camino muere en forma fulminante… o a más tardar en un año.
Otro espanto muy conocido, a pesar de no atacar a las mujeres es el Silbón, el espectro de un hombre que vaga eternamente por los llanos colombianos y venezolanos.
Según la leyenda, el Silbón es un hombre que asesinó a su padre y lo destripó para comerse sus vísceras y su abuelo o su madre –de acuerdo a la región en la que se cuente la historia- lo maldijeron y condenaron a portar los huesos de su padre por toda la eternidad, acompañado por dos perros hambrientos.
Se dice que tiene un silbido que se asemeja a las notas musicales do, re, mi, fa, sol, la, si, y que cuando se escucha cerca es porque está lejos y cuando se escucha lejos es porque esta muy cerca. Dicen las personas que lo han escuchado que lo único que lo espanta son los ladridos de los perros.
Mujeres asesinas en pena
La más famosa, con distancia, es La Llorona.
Esta mujer arrastra su pesar por toda América Latina: es, quizás, uno de los mitos más extendidos en el subcontinente.
En general -porque, de nuevo, son varias las versiones de su historia- se cree que mató a sus hijos: bien porque la abandonó su hombre, bien porque la maltrató, bien porque fue rechazada por haber traicionado a su raza.
En México, donde tiene una tradición muy fuerte, se la asocia con una hermosa mestiza que se enamoró de un apuesto capitán español en la época de la conquista.
El capitán la dejó -dos hijos de por medio- por una joven española. En venganza, decidió matar a los chicos con un puñal que él le había regalado. Pagó con pena de muerte.
Otros la identifican con La Maliche, una esclava que le fue regalada a Hernán Cortés y luego contribuyó a la conquista.
Cualquiera sea la historia que se le atribuya, su misión en la muerte es espantar o anunciar desgracia.
La Sayona, en Venezuela, encontró a su marido siéndole infiel con su madre y decidió quemar la casa con los infieles y el bebé de los dos adentro.
En fin, una cadena de hechos sangrientos la condenaron a vagar eternamente en busca de vengarse de los hombres.
Animales monstruosos
Esta categoría está dominada por El Chupacabras, tan célebre que en Puerto Rico -donde tiene una larga tradición- han organizado varias veces (entre ellas, una bastante difundida en 2010 y otra en 2012) búsquedas oficiales de la misteriosa criatura con apoyo de las autoridades.
El Chupacabras es un animal monstruoso descrito de diversas formas, la más célebre de las cuales vino por cuenta de un ama de casa puertorriqueña que se refirió a él como una especie de canguro, de poco más de un metro de alto, con colmillos afilados y alas en la espalda.
Anda en busca de animales -ganado, en general- para chuparles la sangre: el hallazgo de los cadáveres en extrañas circunstancias ha alimentado su leyenda.
En Argentina, El Familiar es la encarnación del demonio en la forma de una horrenda criatura: bien un perro enorme sin cabeza o una serpiente peluda.
Deambula por las fincas, en busca de peones para comer, a cambio de grandes beneficios para el hacendado.
En Bolivia, El Tío es una criatura de las minas, a veces representado mitad animal, mitad cabra.
Le ofrece a quienes trabajan en estos mundos oscuros y peligrosos la ruina o la desgracia: todo depende de si se le hacen las ofrendas de rigor.
DesdeLaPlaza.com/BBC Mundo/COM