El cáncer del bachaquerismo ha mostrado los dientes en diferentes etapas de nuestra vida como nación. Siempre a su manera. Simón Bolívar debió poner mano dura en su oportunidad, so pena de ser derrotado por estas plagas históricas.
Un extraordinario artículo de José Gregorio Linares, ofrece valiosos aportes en este sentido. Fue publicado por Ciudad Caracas el martes cinco de abril, y evidencia de qué estuvo hecho nuestro Libertador.
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En el trabajo, titulado Bolívar y los delitos económicos, Linares precisa el grado de conciencia del Padre de la Patria sobre el daño que a la población, y al gobierno, causa este tipo de malandreo.
Cita el caso de 1823, cuando revocó la concesión que tenía el gringo John Elbergs para administrar la navegación de buques de vapor en el río Magdalena. En virtud del incumplimiento, el convenio le fue retirado sin derecho a pataleo.
Dos años después repitió la dosis a otro empresario. Jorge Suckely recibió el castigo por incumplir su obligación de establecer una flota de botes de vapor para navegar el lago de Maracaibo y el río Zulia. “El Libertador le rescindió el contrato y lo sancionó”, asevera el investigador.
También en 1825 decretó sanción de cuatro pesos por el asesinato de vicuñas, mientras que en 1826 procedió contra el contrabando de extracción de animales de carga. Estimó para ese entonces la necesidad de conservar estos animales dada su utilidad para “llevar los frutos al mercado” y también para “labrar la tierra”, todo ello marcadamente orientado –señala el autor- para proteger a la agricultura. ¡Mil pesos fuertes!, indica Linares, fue la multa contemplada para quien osare exportar “caballos, yeguas, mulas o asnos”.
Finalmente, dentro del artículo del escritor, nuestro padre Libertador dictó normas que permitieron ubicar a los morosos con el fisco nacional, obligándolos a descender de la mula.
Demostró Linares, como señalamos al inicio, que la delincuencia económica en Venezuela no es ninguna recién nacida y que la única manera de aplastar a sus herederos de hoy, es procediendo como aquella vez lo hizo el revolucionario Bolívar: castigándola sin contemplación alguna.
¡No volverán!
DesdeLaPlaza.com/ Ildegar Gil