Los documentales no son un género nuevo en Venezuela, ya en 1952 Margot Benacerraf estrenaba su Reverón, un retrato de la vida cotidiana del pintor venezolano. El documental como género a veces puede resultar poco atractivo para el gran público, porque generalmente se le relaciona con un relato más denso –y por ende aburrido- que cualquier película de ficción.
Sin embargo, creo que esa es una idea muy alejada de la realidad, pues las historias –verdaderas o inventadas- tienen en sí un gran poder si se han contado usando las herramientas correctas.
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Este viernes se estrena ¡Vamos!, un documental de Braulio Rodríguez producido por María Alejandra Guerrero Rocca, que cuenta la historia de dos corredores con un mismo objetivo: sobrevivir, pasarle por encima a las adversidades, ser mejores que sus circunstancias.
De entrada la historia genera interés, pues en estos tiempos donde es muy fácil percibir el decaimiento y fatiga de mucha gente, encontrar personas que descubrieron en sus limitaciones un don es gratificante.
Creo que todos conocemos a Maickel Melamed, uno de los protagonistas de la historia, quien se ha dedicado a lo largo de los últimos años a correr, a pesar de sus impedimentos físicos. El otro protagonista de este relato es el keniano Shadrack Maiyo: “Nos propusimos buscar a un ejemplo de Kenia, un país de contraste, con mucha pobreza, pero de donde han salido varios de los corredores más rápidos del mundo, contando incluso con varios records mundiales”, dijo el director de la cinta.
Esta película es una historia compartida sobre dos personajes que viven existencias signadas por las limitaciones, las de Melamed físicas y las de Maiyo económicas y sociales.
¿Cómo superar una limitación que parece más grande que tú, que tus ganas, que tus posibilidades, que tu destino en apariencia insignificante? Precisamente esa es la pregunta que intenta responder el film y que de seguro puede animar a muchos que sienten que su vida se estanca debido a las circunstancias que le rodean.
Se dice –y es prácticamente un cliché- que la felicidad es un estado interior, que las condiciones externas no pueden condicionar la forma en que nos sentimos si realmente tomamos la determinación de cambiar nuestra actitud, pues este film es una oportunidad para pensar en esta idea que nos deja un dulce sabor de esperanza en los labios: “No todos tenemos las mismas oportunidades ante las cosas, pero todos tenemos la posibilidad de ver las cosas que nos pasan como un oportunidad” afirmó Melamed en una entrevista a propósito del estreno.
Lo significativo de esta clase de películas, es que nos muestran la importancia de tener ilusiones –que aunque parezca increíble no todos mantienen, muchos no soportan el peso de la realidad y abandonan con facilidad cualquier meta si encuentran muchos obstáculos- porque son las que nos alimentan.
Los sueños nos llenan de ímpetu para seguir cuando las cosas no salen como esperábamos. Siempre es bueno tenerlos, aunque nunca sepamos realmente si llegarán a materializarse: “Los viejos sueños eran buenos sueños. No se cumplieron, pero me alegro de haberlos tenido» se dice en Los Puentes de Madison de Clint Eastwood, creo que es así, la importancia de soñar radica en que nos estimula a lo largo de la existencia, nos hace vivir el presente con pasión.
La cinta se estrena hoy a nivel nacional. Fue producida por La Mulera Films, su director es responsable también del cortometraje Hoy no se hace pastel de chucho.
DesdeLaPlaza.com / Luisa Ugueto L
@Luisauguetol