Hay una absurda moda que lamentablemente está ganando terreno, pero que afortunadamente recibe más críticas que halagos: el tatuaje en mascotas.
El pasado mes de marzo un conocido tatuador de Brooklyn, Mistah Metro, posteó en su Instagram una fotografía de su perro anestesiado con un tatuaje en una de sus partas delanteras “Mi perro es más cool que el tuyo porque lleva un tatuaje”, escribió.
La imagen indignó a muchos de sus seguidores, por lo que el artista a los pocos minutos se justificó diciendo que acababan de operar a su mascota y que el veterinario le permitió tatuarlo mientras estaba bajo los efectos de los sedantes, aclaratoria que no calmó molestia en crecimiento.
A pesar de las quejas, la acción tuvo el efecto no deseado: otros también comenzaron a decorar la piel de sus mascotas y ahora es posible hallar en las redes sociales gatos y perros de diferentes razas, tamaños y tipos con diversos tatuajes.
Pero no era la primera vez que ocurría algo así. En 2011 una mujer de Pensilvania intentó ganar dinero vendiendo gatitos góticos, o lo que es lo mismo, cachorros con piercings y dilataciones. Aquel caso fue el que propició se aprobara una ley que especifica que es ilegal tatuar y hacer piercings a los animales en cualquier rincón del estado de Nueva York. «Es abuso animal, puro y simple», dijo el gobernador Andrew Cuomo
Los activistas por los derechos de los animales están indignados: “El tatuaje de un animal para el regocijo egoísta y el entretenimiento de su dueño no tiene ninguna consideración por su bienestar”, ha dicho portavoz de Sociedad Americana por la Prevención de la Crueldad contra los Animales (ASPCA).
¿Qué opinas al respecto? Lo cierto es que los tatuajes en mascotas son, en definitiva, capricho de sus “cuidadores”. Si amas tanto a tu perro o gato, que mejor que seas tú quien lo plasmes en tu piel, que tienes poder de elección y eres duño de tus actos.
Desde La Plaza / Playgroundmag /ABD