Pregunta. Si tuviera que escribir una canción a Cristina Fernández, ¿cómo empezaría?
Respuesta. Todas las canciones empiezan por principios. Es como empezar a construir una casa por el techo.
Entre la argentinidad y el casticismo tatuado con un toro de Osborne en los brazos, Andrés Calamaro (Buenos Aires, 1961) se reparte entre los escenarios y los callejones de las plazas para ver corridas. Ahora prácticamente abstemio, este músico fundamental que trufó a saco algo tan anglo –el rock- con la identidad latina, anda de gira por 20 ciudades españolas.
P. Ha demostrado que lo hortera —Manuel Alejandro— puede ser elevado a categoría de moderno, ¿cómo lo ha hecho?
R. Desafinando un poco. La mayoría hemos dado una vuelta de 180 grados frente a música que se consideraba inconveniente escuchar. Todavía existe un fundamentalismo rockero pero es una tendencia menor. Nuestra generación rechazaba esa música por cursi, popular y bailable, con el tiempo empezamos a aceptar que había grandes canciones entre aquello.
P. ¿Qué fue de Los Rodríguez?
R. Nos sobrevive Silvio Rodríguez. Un muy buen Rodríguez. Heredará la tierra.
P. ¿Es usted un mestizaje bastardo entre Gardel y Mick Jagger o Peret y John Lennon?
R. Algo teníamos que encontrar en la música que representara nuestra identidad latina. Partíamos con ventaja sobre otros, nuestro idioma lo hablan 500 millones, algo debíamos hacer. El rock en inglés es una grandísima cosa. Aprendimos a quererlo hasta con la barrera del idioma y luego lo adaptamos a nuestro desarraigo rítmico.
P. Y uno que siempre pensó que, pese a sus leyendas, usted iba a ser un padrazo.
R. Deme tiempo, para empezar a ver si logro que deje de ver esos dibujos sádicos, aunque supuestamente infantiles, en la tele y se aficione a los toros. Es difícil, pero intentaré captarla.
P. ¿Viene a actuar a Madrid en mayo por no perderse San Isidro?
R. Para eso me agarro un sabático, estamos de gira y en los hoteles es más fácil sintonizar Al Jazeera que una corrida. En eso de los toros siento que me queda mucho por aprender para llegar a disfrutarlo plenamente. Es inabarcable. Nuestra generación nunca se planteó la duda taurina. Hace veinte años compraba en la reventa y soñaba con un abono para San Isidro. Ahora soy bien recibido en los callejones y los tendidos del mundo, y eso me honra…
P. Me alegro.
R. Es un privilegio. Mis mejores amigos son toreros y atracadores de bancos. Tauromaquia y flamenco… Fuera de ahí, todo parece superfluo. Se valora más la firma de un cocinero o un zapatero que la de un artista plástico, tampoco debe ser sencillo firmar un tiburón encapsulado en parafina.
P. Si tuviera que escribir una canción a Cristina Fernández, ¿cómo sería el estribillo?
R. Idéntico al de Christine de Garland Jeffreys. Sin necesidad de traducir la letra, después de todo no todos hablamos inglés. fluido.
P. ¿Pronóstico para el mundial?
R. Ligeras precipitaciones, humedad y agradables temperaturas subtropicales. El fútbol es la más importante de las cosas sin importancia. Cosas muy bonitas ocurren, y ocurrieron gracias al fútbol. Hay países que no saben pronunciar Argentina pero saben decir Maradona y siempre lo hacen con una sonrisa.
P. De sustancias, ¿hablamos en este tiempo sin sustancias?
R. La sustancia es un caudal de eternidad. Dentro de la sustancia, todo. Fuera de la sustancia, nada. A la sustancia en Andalucía le llaman duende.
P. ¿En qué circunstancia se encuentra?
R. Llegando… Me espera un pollo asado en Madrid, de Casa Mingo, abierto de piernas.
P. ¿Hasta qué punto la droga arregla o estropea una canción?
R. Para eso tendría que contestar como Fidel Castro: que a las drogas las absuelva la Historia. Grandes obras de arte se han hecho bajo ingestas alcohólicas pese a que los hígados de sus creadores se mostraran en desacuerdo. Por mi parte, soy el último hígado de mi generación. Para eso estoy aquí: para contarlo. Soy prácticamente abstemio.
P. ¿Un voto para Europa?
R. Suerte que no se presenta Adolfo Hitler. Igual ganaba algo.
P. ¿Cómo es que se sigue poniendo tan nervioso antes de salir al escenario?
R. Estoy en periodo psicosomático. Siempre enfermo (leve) de algo antes de cantar. Lo último que me dijo fue que esa angustia vital frente a la responsabilidad es un combustible. Un biocombustible ecológico, quiero suponer.
P. Si tuviera que escribir una canción a Cristina Fernández, ¿cómo terminaría?
R. El año que viene, respetuosos de la armonía democrática.
Desde la Plaza/ Jesús Ruíz Mantilla- El País / AMH