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Los Adecos y copeyanos secuestraron el 23 de enero de 1958 como una fecha para celebrar la democracia, aún sabiendo que traicionaron a muchos que lucharon por una democracia que no fuera solo votar, sino democratizar el país, liberarlo de verdad, incluyendo de países como Estados Unidos, que impusieron el capitalismo en Venezuela como ‘pago’ para reconocer el nuevo régimen nacido del golpe de Estado contra el dictador Marcos Pérez Jiménez (La democracia no fue gratis para nosotros en vidas, en sufrimientos, en luchas, y tampoco para ellos, la élite que se hizo del poder, en favores recibidos)
RCTV, no siendo un canal del Estado, transmitió la telenovela ‘Estefanía’, obra de Julio César Mármol, que nos enseñaba a amar la democracia, mostrando el oprobio de la dictadura de Pérez Jiménez, en una Venezuela donde los desastrosos resultados del primer gobierno de Carlos Andrés Pérez (hipotecar un país que estaba boyante en recursos por una casual bonanza petrolera, y no una política petrolera coherente, como la que hoy tiene Venezuela, que logró recursos para reducir la pobreza como nunca se logró en nuestra historia patria) hizo que muchos venezolanos y venezolanas estuvieran pidiendo otra dictadura que ‘pusiera orden’ (como si esa democracia puntofijista no hubiera intentado ‘poner orden’ aplastando la rebelión del pueblo con sangre, tortura, y asesinato).
La TV celebra la rebelión popular de 1958, pero condena que el pueblo venezolano conmemore fechas como el 27 de febrero de 1989 (día del ‘caracazo’, la rebelión venezolana contra el neoliberalismo, que condujo incluso al fracaso del gobierno que ordenó la masacre que recordamos, Carlos Andrés Pérez fue destituido) o el 4 de febrero de 1992 (la confirmación militar de la crisis real, negativa, terminal, que vivía Venezuela, un golpe de cambio, y no de resistencia al cambio, como el 11 de abril de 2002, o la salida que convocó el convicto Leopoldo López en 2014).
Todos los medios de la época, especialmente Venevisión y RCTV, minimizaron con editoriales al ‘Caracazo’, y su carácter de alzamiento popular, midiendo sus palabras, hablando de un país ‘que retomaba el trabajo, después del desorden, siguiendo al gobierno y a los empresarios’, y un pueblo ‘que protestó’, y no que se rebeló, con lo único que tenía, el hambre y el desempleo que les produjeron esos gobiernos, ese modelo fracasado.
Incluso, en ese 1989, donde se desarrollaba la campaña para las primeras elecciones regionales de la historia, COPEI llegó a culpar al pueblo del propio estallido social, con una nefasta campaña, diciendo que ‘esa protesta fue un error… protesta votando’.
La Ley de Responsabilidad Social en Radio, TV y Medios Electrónicos contempla formas en que dentro de la TV privada, otros actores, sea el Estado o particulares, puedan intervenir el mensaje que niega a la Venezuela actual, la República Bolivariana de Venezuela, elegida por el pueblo en referéndum al elegir la Constitución Nacional. Es necesario hacer cumplir las leyes, para que nuevos espacios, creativos, adaptados al siglo XXI en que vivimos, hagan cotidiana la Venezuela que no puede ser desconocida, ni ignorada, la Venezuela actual, única, incluso, para terminar la actual crisis que vivimos.
Si los prestadores de servicio, la radio, la TV, los privados, entendieran que el país cambió, y que un intento de restauración de la fracasada cuarta República (que es lo que estamos viendo en la actual Asamblea Nacional) no es solo inviable, sino que se revertirá apenas el sector terrorista que nos hace la guerra a todos los venezolanos y venezolanas, por no apoyarlos, pierda el control de la economía, no sería necesario un SIBCI ‘repetitivo’, insistente, en defender la Constitución, las leyes, la Patria.
DesdeLaPlaza.com/Ennio Di Marcantonio