Hay quienes creen que los ecologistas y ambientalistas somos un grupo de «hippies» trasnochados que sólo andamos por el mundo sembrando árboles y recogiendo basura; en parte somos así, quienes militamos en la causa Ecosocialista asumimos que con pequeñas acciones, generamos grandes cambios; pero también entendemos y asumimos que la lucha por salvar la especie humana y preservar la Pachamama es una cuestión política.
Nada deja mas en evidencia al capitalismo, su voracidad e inviabilidad que su explotación de la naturaleza, o como ellos prefieren llamarlo «los recursos naturales» ya que para el capitalismo es clave adjudicarle un precio a todo, para que entre en el mercado y empiece la puja entre oferentes y demandantes. A diario se talan millones de hectáreas de bosque en el mundo en nombre del Desarrollo.
El capitalismo en su estrategia expansiva y destructiva busca formulas y eufemismos gatopardianos que pasan desde negar los grandes problemas que atraviesa el planeta, como el recalentamiento global y cambio climático, hasta inventarse el llamado capitalismo verde.
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Frente a la contaminación, los gobiernos, en su miopía o simplemente cómplices, asumen la atención de las consecuencias, sin ir al origen, sin ir a las causas.
La causa principal de la crisis ecológica mundial está en los patrones de producción y consumo que ha impuesto el capitalismo. El «American Way Life» que durante décadas se vendió como el ideal, es la razón de la devastación de muchos ecosistemas. Y son esos desequilibrios los que constituyen una amenaza a la vida de la especie humana.
Debemos cambiar el sistema, repensar nuestra relación con la naturaleza, asumir que no somos dueños, sino parte de un complejo entramado de relaciones. Esta en juego la vida y el futuro del planeta.
La causa Ecosocialista es eminentemente política, ya que contrasta los modelos (capitalismo vs socialismo) y deja en evidencia la necesidad de adoptar acciones urgentes y estructurales para salvar la vida y el planeta. La lucha por la Pachamama invita a la participación y organización popular para sembrar conciencia.
No subestimemos nunca la capacidad política que tiene un pueblo consciente, organizado y movilizado entorno a una idea. Hoy decimos con Victor Hugo «No hay nada más poderoso que una idea cuyo tiempo ha llegado»
DesdeLaPlaza.com / Heryck Rangel