Billy Wilder cuenta que cuando salía del funeral de Ernst Lubitsch le dijo a William Wyler: «¡Dios mío, Lubitsch se ha ido!». A lo que Wyler añadió: «Lo peor de todo no es que se haya ido Lubitsch, sino que ya no veremos más películas suyas».
Cuando el pasado febrero encontraron muerto en su apartamento a Philip Seymour Hoffman, muchos debieron pensar algo parecido, ya no habría más interpretaciones de este memorable actor, el mejor de su generación, sin duda, y, probablemente, el mejor del mundo de las últimas décadas. Sin embargo, aún quedaban entonces y quedan ahora unas cuantas perlas por recoger. Y una de ellas es, además, el que fuera su único trabajo como director en el cine, Una cita para el verano (Jack Goes Boating). Adaptación de la obra de Bob Glaudini —rotundo éxito de Off-Broadway—, la película está protagonizada por Hoffmann, a quien acompañan Amy Ryan, John Ortiz y Daphne Rubin-Vega.
Comedia romántica ambientada en Nueva York, la película se rodó hace cuatro años y fue un experimento más del colectivo reunido en The LAByrinth Theater Comany, hogar profesional del intérprete desde los años 90. En ella, Philip Seymour Hoffman interpreta a Jack, un buen tipo, un cuarentón un poco miedoso y tímido, un tanto inadaptado, con algo de sobrepeso y enamorado del mensaje positivo del reggae, al que dedica las rastas que luce. Conductor de limusina, pasa la mayor parte del tiempo con su gran amigo Clyde y con Lucy, gracias a los que conoce a Connie, una mujer que también tiene algunos problemas en sus relaciones sociales, pero a la que está dispuesto a seducir.
«Una cita para el verano «es una película sobre las relaciones humanas, las esperanzas y los miedos que nos invaden a la hora de abrirnos a otra persona, de regalarle nuestra confianza, así como de todas las barreras que a veces construimos para evitar comprometernos con el otro», escribió el propio Philip Seymour Hoffman sobre esta historia, en la que volcó su deseo de dirigir la mirada «hacia un medio poco descrito, el de los trabajadores comunes de Nueva York. Vivo en esta ciudad desde mis tiempos de estudiante. Para mí, codearme cada día con personas que proceden de entornos muy distintos, con ocupaciones muy diversas, es una fuente inagotable de inspiración y creación artística»
Desde la Plaza/Público/AMH