La Orquesta Sinfónica Juvenil de Caracas cerró su gira por Europa. La agrupación venezolana se despidió ayer con un concierto en Gotemburgo, el sexto en un período de 20 días que también tuvo pasantías por Zurich, Hamburgo, París, Zagreb, Budapest y Viena.
Aunque la lluvia no estuvo a favor de la presentación de los músicos venezolanoes, e hizo que el teatro Koserthuset no tuviera lleno total , los asistentes a la gala no dejaron de honrar el talento sobre el escenario. Uno de los asistentes se dirigió a quienes identificó como venezolanos y les expresó «un país que es capaz de producir esta maravilla, es capaz de hacerlo todo».
El programa fue el mismo que se ya había tocado en Viena. Sensamayá, del mexicano Silvestre Revueltas, abrió la noche. Luego se volvió a escuchar música venezolana: Mediodía en el llano, de Antonio Estévez, y Santa Cruz de Pacairigua, de Evencio Castellanos, sonaron antes del intermedio.
Los propios instrumentistas destacaron la selección de las piezas. Que es una forma de dar a conocer las obras nacionales. «Trajimos nuestra música, nuestros compositores. No sólo tocamos obras austriacas o húngaras. También tenemos la esencia del venezolano a flor de piel. Llevamos sangre latina a tierras un poco frías», dijo el violinista Jesús Uzcátegui, que la noche anterior había dirigido uno de los fragmentos del concierto binacional.
Desde la Plaza/Prensa Orquesta/AMH