¡No sorprende! Ayer, en Caracas, a las dos de la tarde ya era una hazaña conseguir entradas para ver el estreno de Libertador, protagonizada por Edgar Ramírez. Es normal que una coprodución entre Venezuela y España (de 50 millones de dólares), con la colaboración de empresas alemanas y norteamericanas, al estilo Hollywood, pueda crear expectativas grandilocuentes.
Primera vez que el cine criollo alcanza tal grado. Primera vez que un film promete, de manera firme y consecuente, mostrar un enfoque íntimo, humano de Simón Bolívar al mismo tiempo que abarcar sus 47 años de existencia (aunque estos aspectos no terminen de abordase bien). Libertador, es en definitiva, una versión libre de la historia del Padre de la Patria y bajo ese precepto hay que verla.
Buenos efectos y novedades
El guión de Timothy J. Sexton, le cede un espacio a María Teresa. La trae de vuelta mostrándola en una faceta de sugestiva ternura. Con su guiño confidencial hacia la conducta rebelde de quien ha elegido como compañero. Hay una escena de pasión y sexo al aire libre entre los esposos, donde la guayaba cobra el mismo sentido que, Plinio Apuleyo Mendoza le dio a su libro de conversaciones con Gabriel García Márquez; es decir, evocaciones de imágenes y olores del Caribe. La guayaba es el alimento que Bolívar le da a la esposa enferma de fiebre amarilla, alegando propiedades curativas y con la que, años después de su fallecimiento, la irá a recordar.
María Teresa del Toro (interpretada por la española María Valverde) llega a la vida del joven Bolívar, no como una simple esposa que va a estar de florero, sino como la compañera que es capaz de cuestionar a quien, siendo educado para “la libertad, para la grandeza, para lo hermoso”, es indiferente ante el maltrato salvaje que se le dan a los esclavos. Bien sabemos que la historia le ha dado muy poca importancia a la relación Bolívar- del Toro, pues Manuela Sáenz vino, con sus gestos heroicos, a quitarle cualquier posibilidad de encarnar un protagonismo real. Y porque -no seamos injustos- María Teresa no pudo presenciar, a causa de su temprana muerte, los momentos en que Simón decide luchar por la independencia.
Uno de los aspectos más notable de la cinta dirigida por el merideño Alberto Arvelo es que está dedicada en gran parte al Bolívar estratega militar. Así podemos ver a un Simón que ha entendido, a fuerza de práctica, que para hacer una guerra no es suficiente la voluntad y los ideales, sino que también hace falta dinero. Y, más duro aún, que para encontrarlo debe lidiar con los poderes extranjeros que buscan en América- no la libertad del continente- sino la posibilidad de las inversiones financieras una vez vencida la corona española.
Arvelo se atreve a mostrar en Libertador, el conflicto entre los dos grandes patriotas venezolanos Bolívar y Miranda, en el que el primero entrega al segundo a las fuerzas realistas por considéralo traidor de la República. En consecuencia de esto, Bolívar recibe del General Juan Domingo Monteverde un pasaporte para salir a Curazao. Esto dará mucho de que hablar, pues es parte de las viejas polémicas de la historia venezolana que se tocan con pinzas o se miran de reojo.
No hay que negarlo. Desde el punto de vista técnico, estamos en presencia de una película espectacular. Tiene excelente fotografía y efectos especiales. Locaciones impresionantes de palacios, playas, ríos y montañas. Escenas de batallas recreadas a lo grande. Una brillante banda sonora (a cargo de Gustavo Dudamel). Pero en lo concerniente a la historia, el film no termina de convencer. Se permiten demasiadas libertades. No hay rigurosidad en los detalles. Más datos de lugares y fechas hubiesen ayudado al espectador a entender mejor la historia contada.
Lo dijo el público
“Me gustó mucho esta película. No es aburrida, pero creo que hay momentos en lo que me sentí perdido, no me queda de otra que consultar algunos datos para entenderla mejor o quizá tendré que volverla a ver”, dice Manuel Rodríguez, al terminar el largometraje.
“La actuación de Edgar Ramírez es muy buena. Esta película superó mis expectativas. Solo me quedó una duda sobre la muerte de Bolívar, pues tiene un final abierto” expresa Carolina Martínez.
Hollywood de principio a fin
Hay demasiado heroísmo en Libertador a pesar de haberse anunciado a un Bolívar más humano. No existe la posibilidad de disfrutar de las otras actuaciones entre las que se encuentra el destacado actor cubano Manuel Porto, en el papel de Miranda y la colombiana Juana Acosta, en el de Manuela. Todo gira de una forma desmesurada alrededor de la figura de Bolívar. Ningún otro personaje logra ser trascendente, pues son interpretaciones fugaces, de segundo orden que vienen nada más que a adornar la grandeza del Libertador.
En la escena de batalla más conmovedora, la de Boyacá, en la que participan mujeres y adolescentes en primera fila junto a Bolívar, se ven unas fuerzas patriotas de escasísimos recursos enfrentando los cañones de los españoles. Justo en ese crudo enfrenamiento, Simón, que sólo tiene espada en mano no sufre ni un pequeño rasguño: Demasiado Hollywood saliendo por los poros.
Desde La Plaza/ Cristina Martínez