Robert De Niro lleva toda su carrera realizando comedias, alternándolas con cintas icónicas por las que es mayormente reconocido. En 1984 protagonizó Falling in Love de Ulu Grosbard junto a Meryl Streep y Érase una vez en América de Sergio Leone, al poco tiempo, en 1987, hizo Los intocables de Eliot Ness dirigida por Brian De Palma, donde hace un rol representativo de su filmografía.
De Niro ha sido gánster y ha sabido reírse de sí mismo parodiando este tipo de films en Analízame -con sus dos entregas- junto a Billy Crystal. La comedia es un asunto muy serio en la carrera de este actor, que tiene la capacidad de enfrentarse a diversos registros y géneros con la misma verosimilitud.
En esta ocasión, vuelve a hacerlo junto a Anne Hathaway, una actriz también acostumbrada a hacer de todo y hacerlo bien, desde su “chica rebelde” en Caos (2005) pasando por su rol en Brokeback Mountain (2005) o sus incontables participaciones en dramas que le han valido incluso un Óscar.
Es importante recordar quienes son los protagonistas de esta cinta, pues sin ellos, probablemente no habría ninguna razón para verla.
Si has visto las películas de Nancy Meyers (The Holiday, Enamorándome de mi ex, Alguien tiene que ceder), no te sorprenderás con este film, pues es bastante similar al resto de sus producciones: historias sobre los conflictos de una clase social que puede darse el lujo de tener preocupaciones existenciales e intelectuales. Relatos sobre como la existencia abarca mucho más que luchar por pagar el alquiler o comprar la comida.
Nancy Meyers retrata universos de lujo, donde se presentan conflictos emocionales y afectivos, a veces de un modo tan obvio y superficial que se resuelven de una escena a otra. Sin embargo, lo que ha sido visto por algunos críticos como un defecto, me atrevería a decir que representa todo lo contrario. La superficialidad, incluso en el desarrollo del humor, de este film da origen a una película linda, agradable.
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Ben Whitaker (Robert De Niro) jubilado, viudo y solitario ya no encuentra mucho que hacer. Por el contrario, Jules (Anne Hathaway) tiene cada segundo de su rutina contabilizado, no tiene tiempo libre, pues vive sustraída en el manejo de su compañía encargada de vender ropa on line. El encuentro entre Ben y Jules detonará la historia del film.
Algunas personas piensan que el cine debe generar estremecimientos en el público, provocar debates y pronunciar las grandes preguntas que cambiarán la historia de la humanidad. Lo creo, me parece que esa es una de sus funciones, sin embargo, como en la vida, en el cine se necesita superficialidad, frivolidad, moda, chistes tontos, belleza y una alta dosis de dulzura. Ser intrascendental no es un pecado en algunas ocasiones y esta es una de ellas.
Pasante de moda es una cinta ligera, donde no se dirán grandes verdades, ni se revelarán secretos inconfesables, pero te permitirá pasar un buen momento. A veces el cine también se trata de eso.
DesdelaPlaza.com / Luisa Ugueto @LuisaUguetol