Este miércoles 30 de septiembre se cumplen 60 años de la trágica muerte del actor estadounidense James Dean.
El legendario actor falleció a la temprana edad de 24 años en un accidente de tráfico mientras conducía un Porsche Spyder en 1955, antes de finalizar el rodaje de la película Gigante.
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Dean nació el 8 de febrero de 1931 en Marion, Indiana. Tras la pérdida de su madre, se trasladó a vivir con sus tíos a una granja de Fairmount, lugar en el que se encuentra un museo en su honor. Además es allí, también, donde reposan sus restos mortales, cuya tumba es visitada por miles de fans cada año.
Durante su infancia James desarrolló esa imagen reservada, pero a la vez rebelde, con la que es recordado. Al terminar sus estudios en el instituto se fue a Los Ángeles, donde participó en algunos talleres de teatro y anuncios en televisión.
En 1951 se marchó a Nueva York. Allí se ganó la vida trabajando en la cocina de un restaurante y participó en algunas películas con papeles de poca relevancia.
Películas que crearon un mito
El éxito no tardaría en llegar a la vida de James Dean. Su primer papel protagónico fue en el filme Al este del Edén.
También participó en algunas series televisivas, pero su verdadero salto a la fama fue con la película Rebelde sin causa, que interpretó junto a Natalie Wood. De esta forma, y gracias a su seductora imagen, se hizo rápidamente con un merecido hueco en Hollywood y desarrolló una corta pero intensa carrera que le convirtió en una leyenda del cine.
Tras estas dos películas llegaría otro de sus éxitos: Gigante, que protagonizó junto a Liz Taylor y Rock Hudson. Es fácil recordar a James Dean en este filme con su gorro y el cigarrillo en la boca. Pero la muerte le sorprendió antes de terminar de rodarla.
Su última carrera
«Sueña como si vivieras para siempre, vive como si murieras mañana». Eso era lo que solía decir James Dean, y siguió este lema hasta el final de su vida.
Era aficionado a la velocidad y a las carreras de coches. Precisamente se dirigía a una carrera en California cuando murió en un accidente mientras conducía su Porsche Spyder, que compró dos semanas antes del trágico suceso.
El vehículo chocó contra otro a más de 100 kilómetros por hora.
Antes de morir dijo: «Para mí, el único triunfo es dejar una huella que te haga inmortal». Y no fue para menos. Hoy, seis décadas después de su muerte, James Dean sigue presente en la mente de todos como el eterno rebelde.
DesdeLaPlaza.com/RTVE/COM