El actor y director Miguel ferrari, reconocido en la reciente entrega de los Premios Goya con la película Azul y no tan rosa, por la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España en la categoría Mejor Película Iberoamericana, cuenta su experiencia, a pocas horas de la importante premiación donde gritó un sentido “¡Qué viva Venezuela!”
Cuando sostuvo la estatuilla con sus manos, dio gracias a su madre por darle la vida, por enseñarle a mirar siempre hacia adelante y afirmó, entre lágrimas, que no importa cuán grande sea un obstáculo, todas las dificultades se superan.
Este martes, con una voz llena de emoción que el cansancio no puede disimular, el creador venezolano expresó que se siente orgulloso por haberle otorgado el primer Goya a su país y dijo que a pesar de ser este un gran galardón, el mejor premio que hoy y siempre podrá recibir es el reconocimiento del público.
Azul y no tan rosa, en palabras de su creador, “es una película que habla sobre el amor, sobre el encuentro, la tolerancia”, y que además plantea la necesidad de mantener el valor del respeto en la sociedad, y de amar a cada ser humano con sus diferencias, sus rasgos y sus preferencias.
Desde su estreno en las salas de cine comercial del país, en noviembre de 2012, Azul y no tan rosa contó con la grata aprobación del público y se convirtió en una de las películas más taquilleras con más de 566.000 espectadores y 33 semanas de exposición en cartelera.
Ferrari considera que el motivo del éxito de su producción se debe a la conexión emocional que cada espectador estableció con la película y que aún, después de verla, mantiene con ella, mucho más cuando la historia habla sobre la homosexualidad.
“La mayor fortaleza de Azul y no tan rosa es la conexión que la gente hizo con ella”, reiteró Ferrari, en conversación telefónica con la Agencia Venezolana de Noticias.
Para alzarse con este premio, la producción venezolana debió pasar por un proceso de calificación por el cual otras películas latinoamericanas también transitaron, para luego quedar entre las cuatro mejores junto a El médico alemán (Argentina); Gloria (Chile) y La jaula de oro (México).
“Estábamos compitiendo en una categoría muy complicada, era Mejor Película Iberoamericana y sabíamos que cada país enviaría su mejor película. Sin embargo, considerábamos como un premio llegar a la nominación”, relató Ferrari.
El director confiesa que nunca hizo la película con la intención de ganar reconocimiento alguno, sin embargo, siente una profunda alegría de que a través del Goya, Venezuela y el cine nacional esté recibiendo “un espaldarazo”, un gran impulso que visibilizará el trabajo de los nuevos creadores en el país.
“Nuestro cine nacional es un cine vibrante, un cine nuevo, con una generación de cineastas que se ha preparado y que viene con propuestas muy novedosas”, afirmó.
Cine sin máscaras
El hecho de que una película que plantee el tema de la homosexualidad y las circunstancias sociales que surgen a partir de ello, haya logrado obtener el Goya, puede ser el impulso para que aquellas historias enfocadas en temas sensibles a nivel social, y que durante años hayan permanecidos ocultas, salgan a la luz y con ello, comience a florecer un nuevo cine sin máscaras, enfocado en temas de los que poco se habla.
“Es hora de que comiencen a mostrarse historias sobre la gente, sobre esos temas de los que no se habla por temor a los prejuicios. Este Goya puede ser un estímulo para que los cineastas sean más valientes y hablen de tantas historias, de tantas cosas que aún no se han tocado”, expresó Ferrari.
Al ser consultado sobre los desafíos que enfrentará a partir de este logro, ríe y confiesa no conocer del todo los nuevos retos que le esperan, sin embargo, está convencido de que el reconocimiento hacia Azul y no tan rosa servirá como garantía, como “una carta bajo la manga” para el fortalecimiento y crecimiento de nuevas y futuras producciones.
“No sé qué va a pasar después de este Goya, no sé que pasará conmigo, pero creo que mi película será una carta bajo la manga para futuras producciones. Mi intención es seguir contando historias, tocando otros temas de los cuales me interesa hablar, de la gente, del hombre en general, de sus sueños, de sus motivaciones”, dijo.
Ferrari forma parte de la nueva generación de cineastas, de ese grupo nutrido de ideas frescas. Esta generación de creadores se concentra en Venezuela y en el resto de Latinoamérica, el lugar donde, considera Ferrari, los espectadores están girando su mirada.
“Latinoamérica es una región hacia donde todo el mundo está girando su mirada. Esta es la región de donde brota el caudal de las ideas novedosas, frescas, tan necesarias, para fortalecer la oferta internacional del cine”.
AVN